Los apodos de mi bayamés barrio de San Juan eran melodiosos, cómicos, pero algunas veces también punzantes, crueles e irrespetuosos.
Transitaban en mi ya lejana niñez desde el archirrepetido: “Juan Cabezepán, coge los piojos que se te van” u otro que me hacía rabiar: “Luis congrí, patica de gallo y mojón de totí”, hasta los que denotaban defectos físicos o características manifiestas o inventadas.
A mi tocayo Luis, ya sesentón como yo, por cierto estrabismo divergente que lo hacía entrecerrar un ojo, los chamacos le voceábamos en cualquier partido manigero de pelota:
-Coche Apaga´o, ¡tira a primera!
Y allá iba la furia que interrumpía momentáneamente el juego.
A Juan uno de los hijos de la señora Orocia, rudo y corpulento le decíamos Guanchi Chogüí, aludiendo a la popular canción que Héctor Cabrera interpretara aludiendo a una leyenda guaraní pero como lesionaba su incipiente hombría, porque el personaje se convertía en ave era motivo de nuevas broncas.
Otro vecino quedó bautizado como Munda Segunda, porque de algún modo jugaba con su nombre y por el mal desempeño en esa base y Papayón por su adiposidad glútea.
Ramón como todos los de su nombre pasó a llamarse Mongo Tusa, y no nos faltaron dos o tres Pepe la Chiva o Julián Gallina.
A Daniel, destacado en el fútbol inaugural en Bayamo, con el entrenador y peluquero español Venegas, de quien se decía que había jugado para el Real Madrid le decía Canilla e´ Títere por la agilidad de sus piernas y a Camilo, su hermano, también destacado en el “más universal” fue renombrado como La Cuchilla por el sitio de origen de la familia.
Lo peor era cuando los muchachos del barrio veíamos a personajes de fuera, no siempre con el debido respeto y nos sumábamos a los de otros lugares para satanizar a una conductora de ómnibus locales que no quería saber de socialismo ni de Revolución y que llamada “compañera” no acudía a cobrar al “fresco” que así la interpelaba.
También a Beto Parchito o Beto Risa, Tumbabuzo a Guilla´o o, personajes célebres del barrio al inefable Coco Seco, pero este personaje merece mención aparte.
De más está decir que al espigarnos jamás volvimos a burlarnos de nadie
Una mirada al acontecer cubano desde Bayamo, la villa cuyos hijos prefirieron convertirla en antorcha antes de verla esclava
domingo, 30 de octubre de 2011
sábado, 29 de octubre de 2011
Testigo de una añeja historia

En la carretera Tunas-Bayamo, justo a la entrada hacia la comunidad de Grito de Yara, una locomotora añeja avisa, desde julio último, de la proximidad del central azucarero de nombre homónimo al del poblado.
La máquina, construida en 1826, funcionaba con vapor de agua, fue empleada para acarrear la caña, “el oro verde” hasta centrales y trapiches y convertirla en azúcar, deviene por tanto reliquia ferroviaria y azucarera.
Estaba ubicada en el patio correspondiente del ingenio Bartolomé Masó, en la precordillera de la Sierra Maestra, y de allí fue trasladada por ferrocarril, a pocos kilómetros de donde hoy descansa y de allí por carretera hasta devenir signo identificativo de Grito de Yara y de las renovaciones tecnológicas y de imagen que allí se operan.
Su estructura, perfectamente conservada, ha sido testigo en más de185 años de luchas, anhelos, aspiraciones y conquistas de los trabajadores de la llamada primera industria cubana.
domingo, 23 de octubre de 2011
Respetar al adversario o Dios es amor
Jamás he entendido a personas supuestamente piadosas que se alegran del mal ajeno, en específico de sus adversarios y si son políticos con más ganas.
A los oponentes se respetan, sean de la talla, el credo político o religioso que sean y aun cuando no sean compartidas sus ideas en esas categorías nadie debe jamás burlarse o escarnecerlos.
Veo con alarma como desde hace años muchas personas, y pondré solo estos ejemplos han inventado enfermedades o agravantes en los principales líderes de la Revolución Cubana.
Qué mal les queda.
Con la enfermedad del presidente Hugo Chávez ha sucedido muy parecido: han utilizado las redes sociales, que según sus creadores buscan fomentar lazos de intercambio y amistad en el mundo, para especular y burlarse de un hombre que entrega toda su energía para mejorar la vida de los humildes de su país y de América Latina.
Menos mal que maldición de burro no llega al cielo.
Y ahora, la muerte de Muammar el Gadaffi ha sido fiesta para líderes occidentales y para muchos en esta aldea global que es el mundo, sin apenas saber de qué se habla, se han sumado en una alharaca para reírse, festejar, justificar el asesinato.
Los peor es que casi todos se autodefinen como caritativos, testimoniantes de fe y “esperanzados en el mejoramiento humano”. Gran contradicción.
A mi juicio, Dios es amor y no el ser terrible que lanzará una lluvia de fuego (más parece una agresión bélica), contra los “impíos”: quienes tengan ideas diferentes a quienes se dicen sus seguidores.
Todavía el mundo y sus habitantes deben mejorar mucho.
A los oponentes se respetan, sean de la talla, el credo político o religioso que sean y aun cuando no sean compartidas sus ideas en esas categorías nadie debe jamás burlarse o escarnecerlos.
Veo con alarma como desde hace años muchas personas, y pondré solo estos ejemplos han inventado enfermedades o agravantes en los principales líderes de la Revolución Cubana.
Qué mal les queda.
Con la enfermedad del presidente Hugo Chávez ha sucedido muy parecido: han utilizado las redes sociales, que según sus creadores buscan fomentar lazos de intercambio y amistad en el mundo, para especular y burlarse de un hombre que entrega toda su energía para mejorar la vida de los humildes de su país y de América Latina.
Menos mal que maldición de burro no llega al cielo.
Y ahora, la muerte de Muammar el Gadaffi ha sido fiesta para líderes occidentales y para muchos en esta aldea global que es el mundo, sin apenas saber de qué se habla, se han sumado en una alharaca para reírse, festejar, justificar el asesinato.
Los peor es que casi todos se autodefinen como caritativos, testimoniantes de fe y “esperanzados en el mejoramiento humano”. Gran contradicción.
A mi juicio, Dios es amor y no el ser terrible que lanzará una lluvia de fuego (más parece una agresión bélica), contra los “impíos”: quienes tengan ideas diferentes a quienes se dicen sus seguidores.
Todavía el mundo y sus habitantes deben mejorar mucho.
domingo, 16 de octubre de 2011
Notable compañero de juegos
Era quien mejor recreaba las historias de vaqueros que cada domingo proyectaban en el cine Iglesias del barrio bayamés de San Juan, y que nos hacían ver como ídolos a los soldados blancos que arrasaban poblados sioux o apaches o a quienes imponían su ley a punta de pistola.
Tenía algún tipo de retraso mental y físico, sabíamos que era diferente y un poco mayor, pero todos los aceptábamos, porque aunque niños, el sentido de la justicia lo hizo uno más entre nosotros.
Su nombre era José, pero eso lo supimos cuando crecimos, para nosotros era simplemente Che, el hijo de Aurora y Félix, con su lenguaje entrecortado en español pero que sorprendía nuestras emboscadas con un chapurreado
- Kimombói (come on, boy) -y nos hacía caminar delante con las manos en alto.
Un día, en los primeros años de los 60, enfermó gravemente; la noticia corrió por el barrio: “A Che se le torcieron las tripas…” Eso lo puso al borde de la muerte, pero fue operado y salvado por médicos y enfermera de la entonces clínica Las Mercedes (Donde hoy está la Dirección provincial de Salud Pública).
Todos los muchachos acudimos a la visita. Che esgrimía una ametralladora Thompson de juguete nuevecita, presagiando venideras refriegas, pero meses después le repitió la parálisis intestinal y por primera vez los chamacos de la cuadra fuimos a un velorio.
Después, su evocación presidía los juegos pero ya no era igual una especie de sombra velaba el recuerdo…. crecimos vertiginosamente y tuvimos otros intereses y ocupaciones, pero nunca olvidamos a José.
Tenía algún tipo de retraso mental y físico, sabíamos que era diferente y un poco mayor, pero todos los aceptábamos, porque aunque niños, el sentido de la justicia lo hizo uno más entre nosotros.
Su nombre era José, pero eso lo supimos cuando crecimos, para nosotros era simplemente Che, el hijo de Aurora y Félix, con su lenguaje entrecortado en español pero que sorprendía nuestras emboscadas con un chapurreado
- Kimombói (come on, boy) -y nos hacía caminar delante con las manos en alto.
Un día, en los primeros años de los 60, enfermó gravemente; la noticia corrió por el barrio: “A Che se le torcieron las tripas…” Eso lo puso al borde de la muerte, pero fue operado y salvado por médicos y enfermera de la entonces clínica Las Mercedes (Donde hoy está la Dirección provincial de Salud Pública).
Todos los muchachos acudimos a la visita. Che esgrimía una ametralladora Thompson de juguete nuevecita, presagiando venideras refriegas, pero meses después le repitió la parálisis intestinal y por primera vez los chamacos de la cuadra fuimos a un velorio.
Después, su evocación presidía los juegos pero ya no era igual una especie de sombra velaba el recuerdo…. crecimos vertiginosamente y tuvimos otros intereses y ocupaciones, pero nunca olvidamos a José.
domingo, 9 de octubre de 2011
René los suyos, los míos, los nuestros…
Hace dos días que René González traspasó las rejas de la cárcel de Marianna,
Estados Unidos donde pasó la última etapa de su condena injusta y donde debió dormir en el hueco durante la postrera noche con el propósito de amargarle el paso a la libertad parcial.
El titán pudo envolver a Cándido, el padre, a Roberto el hermano y a las hijas Irmita e Ivette, pero le faltó abarcar entre su brazos de héroe a Irma la madre y a la eterna novia Olga.
René como comentara la esposa es feliz por encontrarse con parte de sus familiares, pero ese sentimiento no es completo pues está respirando aires de libertad después de 13 años, pero necesita los aires de libertad de Cuba y la libertad de sus cuatro hermanos.
A René le falta reencontrarse con su pueblo, con la gente del barrio, de su isla,que lo respeta y venera como al reto de los antiterrorista con quienes compartió suerte y gloria.
También ese encuentro informal con amigos y familiares donde no faltará la anécdota triste que ya será cosa del pasado y el brindis por su regreso e incentivo para que el resto de los héroes puedan pisar suelo no carcelario y mejor aún suelo cubano.
A él le falta caminar libremente por las calles de su Cuba y no por tierra extraña aunque haya nacido en ella donde lo acechan los enemigos de lo humano y lo divino, de lo noble y bueno del mundo y “marchan en el bando de los que odian y destruyen”.
A René le falta el abrazo romántico y pasional de Olga, levantarse mirando al alba, no a cuatro paredes porque en eso también se ha convertido para él la ciudad de Miami: en gigantesca cárcel con inmensas paredes infestadas de alimañas.
Y pienso en las veces que he salido de mi Bayamo y he añorado a mi familia todos los días en la mañana extrañando el trago de café -ahora mezclado con chícharo y que algún jodedor bautizó como la pócima- y caminar en chancletas por mi casa.
Estados Unidos donde pasó la última etapa de su condena injusta y donde debió dormir en el hueco durante la postrera noche con el propósito de amargarle el paso a la libertad parcial.
El titán pudo envolver a Cándido, el padre, a Roberto el hermano y a las hijas Irmita e Ivette, pero le faltó abarcar entre su brazos de héroe a Irma la madre y a la eterna novia Olga.
René como comentara la esposa es feliz por encontrarse con parte de sus familiares, pero ese sentimiento no es completo pues está respirando aires de libertad después de 13 años, pero necesita los aires de libertad de Cuba y la libertad de sus cuatro hermanos.
A René le falta reencontrarse con su pueblo, con la gente del barrio, de su isla,que lo respeta y venera como al reto de los antiterrorista con quienes compartió suerte y gloria.
También ese encuentro informal con amigos y familiares donde no faltará la anécdota triste que ya será cosa del pasado y el brindis por su regreso e incentivo para que el resto de los héroes puedan pisar suelo no carcelario y mejor aún suelo cubano.
A él le falta caminar libremente por las calles de su Cuba y no por tierra extraña aunque haya nacido en ella donde lo acechan los enemigos de lo humano y lo divino, de lo noble y bueno del mundo y “marchan en el bando de los que odian y destruyen”.
A René le falta el abrazo romántico y pasional de Olga, levantarse mirando al alba, no a cuatro paredes porque en eso también se ha convertido para él la ciudad de Miami: en gigantesca cárcel con inmensas paredes infestadas de alimañas.
Y pienso en las veces que he salido de mi Bayamo y he añorado a mi familia todos los días en la mañana extrañando el trago de café -ahora mezclado con chícharo y que algún jodedor bautizó como la pócima- y caminar en chancletas por mi casa.
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