Se
acercan vertiginosamente las fiestas populares de Bayamo y Manzanillo, ya
rompieron las de Santiago de Cuba y en varias provincias del país antillano ocurrieron o lo harán en los próximos meses.
Pero
hay un hecho que apuntala esas festividades desde su preludio y es un móvil
amarillo, que desde los años 60 (Hoy cumple un nuevo aniversario de su primera
salida) identifica el anticipo o la ocurrencia del holgorio y es lo que todos
llamamos el carrito de La Salá, profusamente dimensionado por estos días en las
redes sociales y a cuya convocatoria, al menos los orientales, siguen
arrollando en improvisadas congas por dondequiera que pasa, incluso por barrios
rurales y terraplenes.
Según
modestas investigaciones de este bloguero el autor de la melodía identificativa
de la fiesta del carnaval es obra del reconocido cantante vallenato Diomedes
Díaz y se titula El Escorpión, también ha sido cultor, con variaciones en la letra,
el músico Carlos Ariza, líder de Ariza y su Combo tiene ligeras variaciones con
respecto a la primigenia y el estribillo
lo sustituyen por notas melódicas.
La
original de Díaz dice más o menos así
El
Escorpión
Yo
vengo de la montaña
ajá
como no
a
gozar a la ciudad
ajá
si señor
con
mi negra en la cabaña
ajá
como no
y
el burro en el corral
ajá
si señor
Me
encontré con Domitila
aja
como no
en
el centro del salón
aja
si señor
y
enganchamos enseguida
aja
como no
a
bailar este cumbión
aja
si señor.
Pero
la letra más sabrosa es la criolla, que sustituye el estribillo Ajá como no,
por Salá sala salá…
Es
curioso que también la gente ideó sus propias versiones, una de ellas rezaba así.
“Salá
salá… Que tu marido está en Las Mangas… (centro correccional cercano a Bayamo) Salá
salá… un vecino muy receloso y aprensivo
que había pasado una larga temporada en aquel reclusorio decía: ¿Ves, eso es conmigo? Y le
peleaba mucho a su mujer, aunque ella, llena
de paciencia no le hacía mucho caso.
Hay
otro caso: hubo una profesora muy fina, también de canillas, que según sus estudiantes
no podía caer en la vulgaridad de aquel apócope y cantaba al paso del Carrito y
la conga: “Salada, salada, descendí de la
colina, salada, salada, con en el asno en el establo, claro que aquello no
pegaba ni con cola ni con Colina, y
mucho menos otra conguita carnavalesca que la susodicha solía parodiar, esta es
la original callejera: “dale una patá a la lata, mulata”, pero ella señoril,
atropellando las sílabas cantaba: “Propínale un puntapié al recipiente de
hojalata, mestiza…”
¿Creen
que exagero? Pues no es así… pregunten en Bayamo…
De
paso no he podido hallar el sitio El Escorpión a que alude Diomedes Días y que
la nombre a u creación lo que más se parece es el nombre de un estadio de fútbol
y un acuario.
1 comentario :
http://debateyanalisismusical.blogspot.com/2013/08/los-restos-del-escorpion-adlai.html?m=1
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