domingo, 29 de julio de 2018

La engañosa manzana


Me felicito por contar entre el círculo de mis amistades a Olga María y Jorge y sus dos hijos adolescentes, son un matrimonio joven que tienen como rasgo común una simpatía tremenda sustentada en una hospitalidad que les brota sincera, abarcadora.
Ese hogar no puede ser visitado si estamos muy cortos de tiempo, pues  quedarían muchos temas sin tratar, pero  si disponemos aunque sea de una hora nos parecerá muy corta porque la conversación puede ir desde política internacional, los resultados de Cuba en los centroamericanos, el precio y profusión o escasez de las viandas, hortalizas y carnes hasta subyugantes historias de aparecidos que  gustan mucho en esas tertulias.
No falta la tacita o el vasito de café que la magia de las manos del ama de casa puede convertir  al polvo de la bodega en un jugo o al grano que viene puro de las montañas en ese concentrado que alguien llamó “ el néctar negro de los dioses blanco”, quizás porque no sabía que el mejor café es el mezclado, pero no con chícharo, sino “de cafetales de Buey Arriba, con los de Guisa o de  Bartolomé Masó en plena Sierra Maestra, como dice el fotógrafo de prensa Luis Carlos Palacios.
Y hablando de ambrosía, el ingenio de la mujer cubana en la cocina se pone de manifiesto en Olguita,  cuandoelabora un jugo de mango verde (no sé si habrá otros ingredientes) que verdaderamente sabe a una fruta para nosotros exótica:la recogida del manzano, comestible, de forma redondeada y algo hundida por los extremos, piel fina, de color verde, amarillo o rojo, carne blanca y jugosa, de sabor dulce o ácido.

Pues bien esta dama cubana preparaba usualmente este jugo que acompañaba las meriendas de sus hijos quienes, sobre todo la hembra, compartían con sus camaradas en los recesos en la escuela y también lo hacía con la “Seño” e incluso con otras maestras.

Un día en que el jugo de mango verde era un acompañante con pretensiones de protagonista una de las seños, encantada le preguntó a la hija del matrimonio amigo.

Dailis, de qué es ese jugo tan exquisito que trajiste hoy. La chica recordando la broma hogareña y con un poco de picardía contestó veloz.


-! De manzana!


La Seño se volvió hacia colegas y alumnos y dio complacida.


-¡Es verdad que la manzana es la manzana!


Ya la chica había demasiado lejos en su inocente engaño para volverse atrás y desde entonces cuando las cosas parecen pero no son y tienden a confundir en ese hogar desde donde puede verse el río Bayamo se repíte la frase de la docente y cualquiera puede apreciar el guiño malicioso o la chispa en su mirada que denota picardía.



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