Confieso que me cautiva el motor de arranque, a pesar de innegables cancaneos en su combustión interna. Pero en general me impacta la frescura, lo diferente, las felices improvisaciones.
El talento, la inteligencia y, claro, el humor, dotan a
esa propuesta dominical de un sello que trasciende su origen en una televisora
provincial y de hecho la legitiman en horario estelar y en el canal Cubavisión.
El motor… es un añejo fruto del Canal Habana (lleva una década en su parrilla) por eso agradezco a la Televisión Cubana y RTV Comercial esa conjunción de pareceres para que todos los que queramos, en este archipiélago, podamos disfrutarlo, enjuiciarlo o sufrirlo de acuerdo a como estemos preparados para recibir un ofrecimiento como este, siempre que lo veamos como el anti-show que es y que su director Juan Carlos Travieso, no se cansa de definir como tal.
A nuestro juicio la inigualable Tomasita Quiala con su
agraciado repentismo, los invitados, la conducción de Jorge Bacallao, la
dirección de Osvaldo Doimeadiós y la Banda de Ray Fernández representan el
Norte, Sur, Este y Oeste del programa; otros puntos de la rosa náutica como los
imitadores y el making off merecen mención aparte.
En cuento a los imitadores, el jurado
de admisión debe ser más riguroso pues
muchas veces falla la calidad y se repiten mucho los mismos personajes remedados,
un aparte merece la pala que siempre representa el humorista Mustelier para
ayudarlos en su cometido, en eso él es genial.
En la última emisión, cuando el peso
de las imitaciones recayó en los gestores habituales del programa, se elevaron
las revoluciones del “automóvil” y todo fluyó mejor.
Al inicio me refería a la morcilla (ese texto que los
actores ibntroducen fuera de guión) y recalco que no todas son felices, y ¡cuidado! ahí a veces se cuelan alguno que
otro pujo que el espectador no perdona.
En sentido general podemos apreciar que los realizadores
disfrutan mucho de su quehacer y considero que eso es lo que más nos hace deleitarnos,
al parecer allí respetan mucho las iniciativas.
Entre los aspectos
que merecen un aparte está la banda de Ray Fernández con su virtuosismo
musical, sus disfraces para cada ocasión y un carisma inigualable de respetuosa
irreverencia, agrupación apodada con
razón y chispa la Barbarie semiótica.
Sin desdorar el resto del show para mí el plato fuerte
es el making off, con las digresiones de
la especial Noelia Bermellón, encarnada con
gracia por Andrea Doimeadiós (consagrada en roles dramáticos) y la contraparte
de la directora Mónica Crespo interrumpiendo el continuo divagar de la singular
e “inédita” conductora.
Pero gracias a ella tuvimos el honor de conocer de primera
mano al equipo técnico, actores noveles y otros no tanto que intervienen en el
programa e incluso las constantes alusiones a su diseñador de vestuario
En resumen me quedo con el motor que después del
arranque espero que quede encendido aun cuando sea para momentos especiales del año.
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