domingo, 7 de febrero de 2021

Lauren Boebert la congresista disruptora

 

Una joven  menuda, pero  potencialmente peligrosa, se pasea por salones y corredores del Congreso de los Estados Unidos, su nombre es Lauren Boebert  y  ¡caray! se confiesa adoradora  de las armas de fuego.

 El brinco  al salón de la fama (perdón  este redactor quiso decir a la escena política estadounidense) ocurre por dos razones fundamentales: la bravuconería de Lauren y  despertar la admiración de su ídolo, el ex presidente Donald Trump.

Salvando cualquier distancia Boebert,  al mejor estilo de Hollywood,   nos hace evocar a  Ellen (Sharon Stone) cuando desafía a  Herod (Gene Hackman) en el filme Rápida y mortal.

Abundamos: en una interrupción ya viral al  otrora representante demócrata de Colorado, la dama  Boebert  brotó de entre la multitud en un mitin convocado  por el entonces candidato presidencial Beto O’Rourke de Texas y agarró el micrófono para gritar: "¡Diablos, no!” como respuesta al compromiso de O'Rourke de eliminar las armas de asalto.

Según reflejan The Spot y otros  medios de prensa de Colorado: “Ese grito de una mujer armada, descarada, de cinco pies de estatura con tacones altos brillantes, jeans ajustados y una pistola Glock enfundada, llamaría la atención de los republicanos más conservadores y electrizaría a la extrema derecha. Ayudaría a lanzar una candidata política novata".

Pero aseguran expertos y, parece ser la verdad, detrás del meteórico ascenso de Boebert, antes de que se hiciera conocida por ser dueña de Shooters Grill,  y ser famosa, hay un pasado que ni ella ni los funcionarios de su campaña están dispuestas a discutir. Es una historia que incluye enfrentamientos con la ley, un desalojo y una empresa gastronómica fallida.

Admiradores y detractores plantean que sus discursos políticos representan un torrente indetenible de insultos rápidos  dirigidos a cualquiera que no comparta sus puntos de vista ultraconservadores. “Mira pa´eso”, diría un guajiro conocido.

La “malcriadez”  la ganó  con una leyenda lastimera cuidadosamente argumentada: ser una  niña de la asistencia social,  cristiana ardiente y mujer de negocios exitosa; sí, es esa misma  que usa un arma para protegerse, la  “patriota” feroz que se ve a sí misma, como su propio  ídolo presidencial, como una disruptora (quien provoca una ruptura  brusca) y en eso tiene razón.

Como colofón parcial a esta historia añadiremos  que Lauren apoyó el asalto al Congreso por seguidores de Donald  Trump,  pero…

Minutos antes de que la muchedumbre invadiese el Capitolio, Boebert  se estrenaba en la tribuna del Congreso. Había sido la elegida para defender  la anulación la victoria de Joe Biden en el Estado de Arizona. Acto fallido pues sus alocados partidarios se adelantaron y le robaron el protagonismo.

Ella también simpatiza con QAnon, ese grupo radical que ve fantasmas conspirativos en cada esquina; y miren qué cosa extraordinaria: Lauren pretende que los legisladores acudan armados a las sesiones ¿Será ella una gatillo alegre y pretende que las sesiones se conviertan en batallas campales?

Parece que la dueña de Shooters grill (parrillada de los tiradores en el pueblo llamado Rifle) cuyos dependientes sirven armados, olvida  el rastro de viudez, orfandad y dolor motivadas porque los norteamericanos disparan sus armas 650 mil veces al año en acciones defensivas ¿y en las ofensivas?

Y también la extensa lista de legisladores ultimados en los últimos dos siglos por otros  parlamentarios o personas ajenas.

Ya la respuesta a la posición del presidente Biden para controlar las armas es un hecho: su venta se dispara a niveles insospechados hace poco y sus compradores tienen en Boebert un puntal.

A propósito, analistas del bando republicano ven a Boebert en la vicepresidencia en el próximo cuatrienio y en ocho años aspirando a la primera magistratura del país norteño ¿moldean una nueva Trump?

 

Lauren, al centro

Lauren encabeza la fila de pistoleras
Fotos The Journal

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