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Tomado de Pinterest* |
Los últimos días de 2020 trajeron frente a este escribiente un hecho que sirve para reflexionar sobre los alcances de las acciones, el debido respeto a las individualidades y que no hay consecuencia sin causa.
El escenario: la calle José Antonio Saco, en Bayamo, protagonistas:
una mujer joven, de rostro agraciado, algo
pasadita de peso, con un largo vestido rojo; cerca un grupo de muchachos se disponían a emprender
so jornada de labor en mantenimiento y restauración de una de las
empresas del área; ¿el público?: transeúntes habituales y casuales de la mayor
arteria comercial de la Ciudad Monumento nacional, y un nutrido grupo de
compradores del cotidiano alimento en el llamado Palacio del Pan.
El suceso, caracterizado por una grave falta de respeto
a las diferencias individuales: la joven pasaba
junto a los trabajadores, uno de ellos llama la atención del otro y le comenta
lo voluminoso de su humanidad.
El interlocutor como tocado por un rayo maligno gritó a
la muchacha: “!Mi`ja pareces una balsa inflada, que fea te ves!”
La chica, perdió toda su apacibilidad desde la acera de enfrente, vociferó… los circunstantes nos quedamos sin saber si lo que dijo era la pura verdad o fue un prodigio de fabulación y agilidad mental.
-¡Pichicorto! , peor eres tú, que tienes un micropene más
pequeño que el de un recién nacido, (se tocó la sien izquierda como forzando la
memoria) y volvió a la carga
- ¡Tú fuiste marido de Yumisisleidis y estás lava`o y tend´ío por “escaso
de hombría” en el barrio y ahora lo
estás en toda la ciudad y si hay alguien filmando pronto lo estarás en el mundo,
porque además voy a encargarme de que todo Facebook lo sepa!
¡Candela! Diría Conchi, mi segunda hija, naturalizada habanera.
Todo el mundo se rió menos el ofensor, que vio la
llegada de su jefe como la salvación pues lo sacaba del embarazo que él mismo había
provocado, imaginamos que en lo adelante
pensará muy bien antes de injuriar a un semejante pues se autoaplicará la
sentencia bíblica “con la vara que mides serás medido”.
Hubo tiempos en
que muchas personas se burlaban de los mendigos, los impedidos
físicos y mentales y les gritaban improperios en las calles, por suerte con la
educación que se fomenta en Cuba, esas burlas se hacen minoritarias.
¡Qué esta lección de vida sirva a todo ese burlador que
todavía anda por ahí!
* Imagen subida Por Adriana Eulalia Ramos Silva
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