Foto AFP
El concepto de lobo tarrudo
sería un disparate, un monstruoso híbrido a medio camino entre carnívoros y herbívoros,
cruce improbable.
Pero existe, no como un
despropósito de la naturaleza sino de la política y es uno de los rostros visibles
de los más recalcitrantes entre los supremacistas blancos en los Estados Unidos.
Sí, esos mismos que incitados por el presidente Donald Trump protagonizaron el 6 de enero último un asalto sin precedentes al Capitolio, el sobredimensionado símbolo de la democracia en Estados Unidos.
Todos quisieron saber enseguida quién estaba tras la careta del
autotitulado Lobo de Yellowstone, que ocupó la mesa del Capitolio.
Según diversas fuentes se trata de Jacob
Anthony Chansley, más conocido como Jack Angeli, uno de los sujetos más buscados
a nivel nacional después del asalto y quien
fuera detenido varias jornadas después.
Ahora el “lobezno con astas” afronta cargos por permanecer en suelo federal
restringido y por entrada violenta en el Capitolio.
Podría “halar” hasta 10
años en prisión como diría mi vecino Mongo Tusa.
¿Es culpable? ¡Claro! es
mayor de edad y en pleno uso de sus facultades mentales, pero amamantado por la
idea de la superioridad de algunos grupos sobre otros se creyó con el derecho
divino de hacer y, sobre todo, deshacer.
Y mire, Usted amigo lector,
el lobo tarrúo es miembro del grupo QAnon, un colectivo que cree en una serie
de teorías de la conspiración, increíblemente se describió a sí mismo como un
“elegido” enviado por QAnon, ente formado en foros de internet y que ha sido
etiquetado por el FBI como potencial amenaza de terrorismo doméstico.
Angeli explicó que su deber es “informar” a la
comunidad de los diferentes escándalos que supuestamente esconde el Partido
Demócrata, como la trata de personas, la injerencia en el Gobierno
estadounidense, o el fraude electoral en contra de Trump.
Su intención era “defender los votos de Trump
en Arizona” mediante la “desobediencia civil”, en una burla a grandes y
verdaderos líderes históricos que lo hicieron contra las discriminaciones y por
la independencia.
Tras entrar en el edificio
federal y alcanzar el Senado con sus compañeros, presidió momentáneamente la Cámara Alta, una
imagen vergonzosa que pasará a la historia, desafortunadamente.
Una falta de respeto
capital en un estado que ha defendido a
capa y espada los valores de “su” democracia aunque, esta dañe a otros países que realmente se
acercan más al gobierno del pueblo.
La idea está en la raíz
del movimiento QAnon su grupo, el cual afirma que una élite podrida carcome a
los Estados Unidos, supuestamente forman parte de ella líderes demócratas como
los ex presidentes Barack Obama y Bill Clinton, además de empresarios o
artistas, como el actor Tom Hanks, e incluso el papa Francisco.
Irreverencia no solo hacia
el Papa.
Ya el estrafalario
personaje se ganó su ulterior correctivo judicial y el repudio de gran parte de
la comunidad mundial pero su mayor instigador anda libre con un discurso
hipócrita que habla de paz y tranquilidad cuando la verdad es que desató una
caja de Pandora, su promesa de “hacer grande a América otra vez”, en cambio,
logra ahondar el surco de división que surgió desde el primer Día de acción de
gracias en el año 1621 y, después ,con la Guerra de secesión 1861-1865, cauce
que se ha ahondado con la ya saliente administración trumpista.
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