Foto tomada de Internet
Cuando cumplí 12 años y bebí por accidente un trago de vinagre, descubrí un sinnúmero de secretos, desde siempre presentes, en torno a los sabores.
Comprendí entonces que debe existir un perfecto equilibrio en torno a lo salado, dulce, ácido y amargo, que cualquier imprudencia puede alterar.
Aquel perverso trago me acalambró la lengua y todo el sentido del gusto y me dejó desagradable memoria del “vino agrio” al punto de que 58 años después, todavía lo respeto.
Restaurantes, hogares, fondas y comedores populares pretenden mantener las proporciones entre comestibles y condimentos, nunca prima el gusto personal del jefe.
Esto quizás para que no les pase como a un jefe de cocina en una escuela al campo, de la zona oriental de Mir; el pobre era de muy escasas luces pero con alto sentido de su deber que todo allí quedara en orden y no se percató que en ese momento arriaban la bandera nacional y en medio del silencio acostumbrado en eso casos gritó a voz en cuello al director del plantel, Guillermo Almenares:
-“¡ Almendares, Almendares, la sopa quedó salá!”.
Claro, el secreto a voces creó conmoción.
Ese equilibrio entre sabores es válido también para la vida en general, cuántas personas hay quienes piensan que si añaden más cantidad de un elemento a una mezcla, en detrimento de otros, quedará más fuerte, mejor.
Recuerdo el caso de Felipe un amigo que, en la fiebre de construcciones que contagió a Bayamo en la década de los años 80 del pasado siglo, pretendió hacer un tacón (cimiento) en una casa y agregarle dos bolsas y media de cemento cuando solo precisaba una, el albañil a cargo le dijo: “se le raja mi hermano, se le raja”.
Si volvemos a los sabores pronto descubrí que mi aversión por los avinagrados se debe a que padezco de una condición llamada hiperestesia dentinaria, la hipersensibilidad cuando la dentina está expuesta y ello provoca una respuesta dolorosa.
La dentina es el tejido que se encuentra inmediatamente debajo del esmalte, esa parte brillante. Es uno de los cuatro componentes principales del diente, que está compuesto por esmalte, dentina, pulpa y cemento.
Pude conocer en “diente propio” que en la clínica, se pude aplicar el fluoruro de sodio en las caras de las piezas donde existe sensibilidad, en forma de gel bioadhesivo. También se puede aplicar adhesivo dentinario para tapar la dentina o utilizar el láser.
Por lo pronto, huyo de los vinagres y sus similares como el diablo de la cruz, porque quien no lo padece no puede imaginarse los calambres que producen…equilibrio, mi hermano, equilibrio.
Una mirada al acontecer cubano desde Bayamo, la villa cuyos hijos prefirieron convertirla en antorcha antes de verla esclava
domingo, 8 de noviembre de 2020
Sabores y equilibrio
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