La tendencia a magnificar el pasado y desdorar el presente cubano no es nueva, pues arranca desde los años iniciales del triunfo de la Revolución.
De ese modo, y desde entonces, papagayos al servicio de sucesivos gobiernos norteamericanos y gente de toda laya pretendieron borrar de golpe y porrazo los crímenes políticos perpetrados por distintos gobiernos de la llamada república, nacida bajo el yugo de la Enmienda Platt y que alcanzó su clímax macabro con la dictadura de Fulgencio Batista. ¡Qué a nadie le quepa duda!
Entonces los ataques se circunscribían a publicaciones periódicas o
audiovisuales cuyo alcance era limitado, pero la modernidad hizo cambiar esos modelos
y con la llegada de internet y después, con las redes sociales, la información devino
caótica.
Sí porque esa mirada añorante e idílica a la Habana y Cuba toda,
de las décadas de los años 40 y 50 esconde muchas falsedades, si el internauta
busca imágenes de esa época en cualquier
publicación digital verá autos retros (clásicos) entonces nuevos,
relucientes; mucha magnificencia pero
jamás verá repartos como el marginal Las
Yaguas llenos de indigencia, ni la prostitución galopante, pobreza,
enfermedades…
Para reflejar la Cuba de hoy exponen fotos de lo más
feo que puedan encontrar ,desdeñando todos los logros sociales y arquitectónicos
de que gozan nuestras urbes, lo peor de todo es que muchísima gente les cree.
Quienes mueven
las redes en la actualidad, a veces llenos de ignorancia y otras con
maldad hablan de los beneficios de esa
época capitalista y confunden a los incautos que desde fuera repiten hasta el
cansancio argumentos como que Cuba era
la cara más próspera de América Latina, “que había de todo” en contraposición a
las carencias de hoy de las que culpan a
nuestros gobernantes y minimizan el bloqueo que sí existe, de eso que tampoco
quepa duda a nadie.
Recordemos los más viejos y sepamos los jóvenes que ese
“haber de todo” dejaba fuera a la mayoría de los cubanos; no es teque y debe conocerse que algunas familias, consideradas solventes, movían vajillas enteras a las horas de las
comidas para ilustrar a sus vecinos los
banquetes que engullían.
Cuatro gatos habla de supuestas violaciones a los
derechos humanos pero cuando comparan nunca dirán de desaparecidos por esbirros
de Machado o Batista por citar dos de
los más sangrientos ejemplos.
Que los interesados investiguen sobre las matanzas
masivas, digamos en la zona oriental durante las Pascuas sangrientas protagonizadas
por el coronel Fermin Cowley, el chacal
de Holguín, que profundicen en la fecha del 21 de
octubre de 1957 cuando fueron ultimados
Vicente Quesada O´Connor, Alarcón Martínez, Rubén Nogueras Castillo, Pedro
Batista Fonseca, Mardonio Hechavarría Remón, Luis Felipe Lotty Osorio,
Adalberto Tamayo Maceo y Gilberto López Bosch.
Recuerdo a la madre de Mario, una anciana que mirábamos pasar con admiración y dolor y quien
jamás volvió a sonreír, esa era también la Cuba de ayer.
Soy bayamés desde 1950 y ciertamente en lo que hoy
ocupa el centro histórico urbano y los aledaños
había buenas tiendas traían la leche y el pan a la casa, pero desde
Martí hacia la carretera central había casas y casuchas, bares de mala muerte
las calles transversales como Manuel del Socorro le hacía honor a la laguna en
que se encuentran: eran fangales en primavera.
La electricidad era privativa de esos barrios y si de
algún lugar les tiraban un cable los bombillos eran cocuyitos, la luz eléctrica
no era funcional, la higiene ausente.
La dictadura de Fulgencio Batista de 1952 a 1958
precipitó el advenimiento de la Revolución Cubana. Algunos mitos,
cuidadosamente alimentados por los partidarios del antiguo régimen exilados en
Miami y por los detractores de Fidel, Raúl, Díaz Canel y otros
dirigentes persisten aún.
Si las ideas que nos atacan son de mal pensamiento ganénmosles
la guerra con excelentes ejemplos de buen pensamiento y acción que tenemos a la
mano
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