domingo, 11 de octubre de 2020

Volveremos a brindar… si nos ganamos el derecho

Al cumplirse siete  meses de pandemia del Covid 19, es válido sopesar lo negativo y positivo de su paso  por nuestro país y el mundo. Es ventajoso también precisar todo aquello   dejado sin hacer, o concretado  a medias, y de ello, qué puede enmendarse.

 Habrá incluso quienes, en la cuenta de sus seres queridos y hasta los más cercanos, sentirán sensibles  e irreparables ausencias , o quienes mantendrán por siempre en sus recuerdos los días pasados en hospitales o centros de aislamiento, mientras les confirmaban o no la presencia de la covid-19 en su organismo o en el de algún familiar. O en sus oídos persistirá   el sonido insistente del monitor del equipo médico, vocero del  estado general de un paciente.

También los que recordarán eternamente su presencia en tierras lejanas como miembros de la brigada médica Henry Reeve, en la atención a personas infectadas, mientras sus allegados acá se desvelaban a la espera de un feliz regreso.

Pero de todo esto sacamos experiencias.

 El distanciamiento físico no representa distanciamiento social. La vida  demostró que podemos amar a nuestros allegados, aun cuando no lo manifestemos con abrazos y besos: vernos a la distancia  y sentirnos muy unidos. El mundo aprendió a QUERERSE DE LEJOS, como reza ese  audiovisual tan entrañable  que nos acompaña  desde hace un semestre.

Desde el humor y el pensamiento reflexivo nuestros artistas mantienen una batalla campal en la profilaxis del virus.

Como elementos de marca positiva fueron potenciados en muchas instituciones el trabajo a distancia y teletrabajo, reclamo que el Estado  hacia desde hace bastante tiempo, con una mirada diferente por parte del directivo y el trabajador, que se acostumbran finalmente a la administración por objetivos y no a lo presencial en oficina como lo básico para  lograrlos.

  Muchos aprendimos a valorar más a la tercera edad. Desde los inicios de la pandemia, la dirección del país llamó al cuidado de los abuelos y, aunque muchos inicialmente no lo  creíamos tan necesario, las cifras demostraron que son los más vulnerables a complicaciones.

  Conocimos al doctor  Francisco Duran García, voz su pausada y firme, que trasmite siempre a las 9:00 de la mañana la tranquilidad que el pueblo necesita y quien  extrañaremos cada día desde este lunes 12 de octubre, cuando se marca el inicio de la nueva normalidad.

  Demostramos que contamos con un sistema de salud fuerte, cargado de personal capacitado, capaz, estudioso, consagrado, de cuyo seno salieron los estudios de los candidatos vacunales que hoy están en diferentes fases para su puesta en práctica y que, de seguro, ayudarán a  salvar muchas vidas, no solo en Cuba, sino en todo el mundo.

  El hombre agredió menos al medioambiente durante toda esta etapa y con ello, según expertos, existen menos niveles de contaminación.

  Constatamos  que un virus   puede llegar a ser tan mortal que aterra, a la vez nos brinda bondades que bien aprovechadas ayudan a su eliminación total: lavado frecuente de las manos con agua y jabón, limpieza y desinfección de las superficies, sobre todo de uso común; uso del cloro, uso adecuado del nasobuco, distanciamiento físico y evitar tocarse la cara, entre otros.

  Nos dimos cuenta de que la mascarilla o nasobuco debe casi formar parte de nuestro cuerpo o de nuestro atuendo diario. Es una vía efectiva para reducir los riesgos de contagio, es  como la jaba para el  cubano de hoy.

Y no es una sugerencia: la mascarilla es para ser usada  de modo cabal o sea que tape la nariz y la boca, no como hace alguna gente que  la porta  como una barba postiza o como aquellas vendas de nuestros abuelos para paliar el dolor de muelas.

  Salimos, cada noche, y aplaudimos a nuestro personal de salud y a todos aquellos que  aportan su pedacito para que salgamos victoriosos.

Como elementos negativos descuella  que las cifras de contagio y fallecimiento por la covid-19 en el mundo superan los 36 millones de personas, triste contexto; la realidad cubana es positivamente bien distinta.

Las economías a nivel global se han visto afectadas y con ello, el nivel de vida de la población en todo el mundo está fracturado; en nuestro caso, agravado por el recrudecimiento del bloqueo imperialista.

Altísimos son los  niveles de tensión que   genera  en gran parte de la población mundial, el miedo, la incertidumbre.

En Cuba, la línea confidencial antidrogas agregó a su rol la atención a personas que necesitaran ayuda psicológica. Y el grupo Psicología con Cuba, ayudó, incluso, con mensajes diarios a través de la TV.

La innegable necesidad del confinamiento nos afectó, pero como en todo lo negativo nos pusimos a prueba. De seguro saldremos más fortalecidos de esta etapa. Nos cuidaremos más y estaremos obligados a aprender a convivir con la enfermedad hasta ser inmunizados por la vacuna   y pase el tiempo de “escondernos”, al decir de la cantante y activista  Lucía Gil: “volveremos a juntarnos, volveremos a brindar, porque a todos nos queda pendiente un café con alguien en nuestro bar”.

 

 





 

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