Al cumplirse siete
meses de pandemia del Covid 19, es válido sopesar lo negativo y positivo
de su paso por nuestro país y el mundo.
Es ventajoso también precisar todo aquello dejado sin hacer, o concretado a medias, y de ello, qué puede enmendarse.
Habrá incluso
quienes, en la cuenta de sus seres queridos y hasta los más cercanos, sentirán sensibles e irreparables ausencias , o quienes
mantendrán por siempre en sus recuerdos los días pasados en hospitales o
centros de aislamiento, mientras les confirmaban o no la presencia de la
covid-19 en su organismo o en el de algún familiar. O en sus oídos
persistirá el sonido insistente del monitor del equipo
médico, vocero del estado general de un
paciente.
También los que recordarán eternamente su presencia en tierras lejanas como miembros de la brigada médica Henry Reeve, en la atención a personas infectadas, mientras sus allegados acá se desvelaban a la espera de un feliz regreso.
Pero de todo esto sacamos experiencias.
El
distanciamiento físico no representa distanciamiento social. La vida demostró que podemos amar a nuestros allegados,
aun cuando no lo manifestemos con abrazos y besos: vernos a la distancia y sentirnos muy unidos. El mundo aprendió a
QUERERSE DE LEJOS, como reza ese audiovisual
tan entrañable que nos acompaña desde hace un semestre.
Desde el humor y el pensamiento reflexivo nuestros
artistas mantienen una batalla campal en la profilaxis del virus.
Como elementos de marca positiva fueron potenciados en
muchas instituciones el trabajo a distancia y teletrabajo, reclamo que el
Estado hacia desde hace bastante tiempo,
con una mirada diferente por parte del directivo y el trabajador, que se
acostumbran finalmente a la administración por objetivos y no a lo presencial
en oficina como lo básico para lograrlos.
Muchos aprendimos a valorar más a la tercera
edad. Desde los inicios de la pandemia, la dirección del país llamó al cuidado
de los abuelos y, aunque muchos inicialmente no lo creíamos tan necesario, las cifras demostraron
que son los más vulnerables a complicaciones.
Conocimos al doctor Francisco Duran García, voz su pausada y firme,
que trasmite siempre a las 9:00 de la mañana la tranquilidad que el pueblo
necesita y quien extrañaremos cada día
desde este lunes 12 de octubre, cuando se marca el inicio de la nueva
normalidad.
Demostramos que contamos con un sistema de
salud fuerte, cargado de personal capacitado, capaz,
estudioso, consagrado, de cuyo seno salieron los estudios de los candidatos
vacunales que hoy están en diferentes fases para su puesta en práctica y que,
de seguro, ayudarán a salvar muchas
vidas, no solo en Cuba, sino en todo el mundo.
El
hombre agredió menos al medioambiente durante toda esta etapa y con ello, según
expertos, existen menos niveles de contaminación.
Constatamos
que un virus puede
llegar a ser tan mortal que aterra, a la vez nos brinda bondades
que bien aprovechadas ayudan a
su eliminación total: lavado frecuente de las manos con agua y jabón, limpieza
y desinfección de las superficies, sobre todo de uso común; uso del cloro, uso
adecuado del nasobuco, distanciamiento físico y evitar tocarse la cara, entre
otros.
Nos
dimos cuenta de que la mascarilla o nasobuco debe casi formar parte de nuestro
cuerpo o de nuestro atuendo diario. Es una vía efectiva para reducir los
riesgos de contagio, es como la jaba
para el cubano de hoy.
Y no es una sugerencia:
la mascarilla es para ser usada de modo
cabal o sea que tape la nariz y la boca, no como hace alguna gente que la porta como una barba postiza o como aquellas vendas
de nuestros abuelos para paliar el dolor de muelas.
Salimos, cada noche, y aplaudimos a nuestro
personal de salud y a todos aquellos que aportan su pedacito para que salgamos
victoriosos.
Como elementos
negativos descuella que las cifras de
contagio y fallecimiento por la covid-19 en el mundo superan los 36 millones de
personas, triste contexto; la realidad cubana es positivamente bien distinta.
Las economías a nivel
global se han visto afectadas y con ello, el nivel de vida de la población en
todo el mundo está fracturado; en nuestro caso, agravado por el recrudecimiento
del bloqueo imperialista.
Altísimos son los niveles de tensión que genera en gran parte de la población mundial, el
miedo, la incertidumbre.
En Cuba, la línea
confidencial antidrogas agregó a su rol la atención a personas que necesitaran
ayuda psicológica. Y el grupo Psicología con Cuba, ayudó, incluso, con mensajes
diarios a través de la TV.
La innegable necesidad del confinamiento nos afectó,
pero como en todo lo negativo nos pusimos a prueba. De seguro saldremos más
fortalecidos de esta etapa. Nos cuidaremos más y estaremos obligados a aprender
a convivir con la enfermedad hasta ser inmunizados por la vacuna y pase
el tiempo de “escondernos”, al decir de la cantante y activista Lucía
Gil: “volveremos a juntarnos, volveremos a brindar, porque a todos nos queda
pendiente un café con alguien en nuestro bar”.
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