domingo, 16 de agosto de 2020

El miedo corroe… ¡el codo!

 Un  conocido filme alemán  plantea que el miedo devora o corroe el alma y en ese caso  se alude  a una pareja  “dispareja” con conflictos por diferencias etáreas, étnicas, lingüísticas y familiares entre un inmigrante norafricano, una alemana madura, sus hijos, la sociedad y el qué dirán.

Hoy debo contraponer este título con las aventuras y desventuras de un personaje muy popular, consustancial a todos los países y épocas, razas y credos, me refiero al tacañ@, (con 61 sinónimos en nuestra lengua) esa persona que se resiste hasta el dolor  a dar o a gastar, contra todas las banderas.

Uno de esos equivalentes es avaro, ese que  incluso renuncia a tener comodidades básicas para atesorar. Aseveran publicaciones especializadas que en la ficción, la avaricia  suele ser exagerada hasta el punto de que el avaro es un personaje tipo adinerado y codicioso que vive en la miseria con el fin de ahorrar y tener más dinero.

En esta comarca hubo un limosnero llamado Nito que hablaba de cantidades  inmensas de comida como “un buque tanque de potaje”, vegetaba en la indigencia y al hacer el movimiento de tierra para la construcción de repartos como Antonio Guiteras y Jesús Menéndez los constructores hallaron  infinidad de latas grandes con dinero, ya fuera de curso legal y echado a perder. ¡Qué paradoja!

Más claro ni el agua: al tacañ@, le duele  el alma  cada vez que debe desprenderse de una moneda, una porción de alimento o parte de un bien o servicio que considera parte de su patrimonio.

Quizás por eso en Cuba hacemos una seña muy particular  de nudillos sobre el codo para indicar que Fulano o Mengano son agarrados, también se dice que es “del codo” o que camina con los codos para no gastar los zapatos.

Si el tacaño brinda algo lo hace también con dolor y si el algo”cortable” la gente piensa que puede dejar las uñas en el intento. Si es el carnicero de la esquina hay que cuidarlo para que no se autoagreda al despachar sus productos.

La tacañería no siempre está asociada a la pobreza, al contrario hay necesitados   sumamente generosos y uno se pregunta ¿cómo pueden si tienen una mano delante y otra detrás?

En Bayamo se habla de unos jimaguas que aquí se daban vida de mendigos y cuyo apellido pasó a representar la excesiva dureza del codo ( no menciono sus señas por temor a herir a algún descendiente) en resumen los compartían todo desde los cigarros más baratos hasta una gaseosa grande para los dos, después se iban a Europa a derrochar en burdeles  y casinos  lo ganado durante el año y parte de su patrimonio, bueno al menos a esos les daba por ser ricos unos días.

Meses atrás mi hermana y yo llegamos a visitar a una parienta política y me recriminé  por haber ido ese día pues de niños nos enseñaron a no pedir, a no ir a una fiesta o macho (cerdo) muerto sin invitación;  allí habían sacrificado un cerdo de unas 300 libras, nos brindaron chicharrones que no aceptamos pero  la señora se apareció con uno  mediano ¡para los dos!.. al puro estilo de los jimaguas…¡por poquito casi lo digo! A los tacaños el miedo no les devora el alma, sino el codo.

 

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