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(Tomado del cartel de la película) |
Hoy puedo hablar con propiedad de más de 60 años atrás y de aquellos muñequitos
agrupados en Domingos alegres de la
editorial mexicana Novaro que mis
viejos me compraban en los estanquillos
o yo mismo intercambiaba con otros
muchachos.
¿Beneficiosos o dañinos? Habría que ver: nos llenaban
la mente de una cultura ajena, pero en mi caso el beneficio vino por otro lado pues mis
padres se habían cansado de leerme los muñequitos, un día se pusieron de acuerdo y me exigieron leerlos
yo mismo, algo muy trabajoso pero a la
larga positivo per se, aun cuando los
interrumpía a cada rato para
preguntarles el significado de tal o más cual palabra.
Por ejemplo no entendía que los personajes usaran el verbo jalar cuando
tantas veces me habían explicado lo
correcto: halar; años después conocí y
claro, comprendí que en la nación azteca se utilizaban como sinónimos sin
restricción social en su empleo.
Lo mismo ocurría con lazar en su significado de enlazar,
no usado en tierras cubanas y sí propio de las aventuras de Roy Rogers, Gene
Autry y otros animados como las aventuras de Cisco Kid, el Llanero Solitario y
otros.
En La pequeña
Lulú por ejemplo, los chicos les llamaban canicas a lo que nosotros bolas y así por el estilo…
pero la norma cubana se imponía y después de 1959, el Gobierno revolucionario emprendió
una batalla campal por preservar la pureza del lenguaje de Cervantes, con ella vino la
proeza cultural de la creación de la imprenta nacional de Cuba como
contrafuerte para ello.
Obras cumbres de la literatura salieron de esas prensas
y el primero fue El ingenioso hidalgo
Don Quijote de la Mancha, con una edición ilustrada del francés Gustavo Doré y dibujos del español Pablo Picasso.
Asimismo, la labor de la Imprenta Nacional fue decisiva
en la preparación y publicación de las cartillas y manuales utilizadas en el gran
suceso educacional que fue en 1961, la Campaña Nacional de Alfabetización, que
abrió las puertas del saber a casi un millón de cubanas y cubanos, hasta
entonces analfabetos. Otro gran puntal para la cultura nacional.
Después los estudios de animación hicieron un gran
aporte a la cubanía de los muñes con Floppi, Chuncha, Guaso y Carburo, Matojo, Cecilín y Coti y el
simpar Elpidio Valdés que permearon con su rica sabia criolla el lenguaje y
accionar de nuestros pequeños.
Pero
“pasó el tiempo y pasó un águila por el
mar” y vino la globalización con sus hitos
económico, tecnológico, político, social
y cultural a escala mundial con la
consiguiente comunicación e interdependencia entre los distintos países del
mundo.
Y en nuestros
hogares criollos mediantes dispositivos, como pendrives que llamamos memorias,
por internet, por copia de anterior copia llovieron contenidos ajenos a nuestra
identidad nacional pero que se arraigan en las fértiles mentes de nuestros
niños y jóvenes como Ben 10, Timón y
Pumba, los hermanos Kratt, Pocoyó….
Pero ahí están los muñes cubanos con su modesto y
desigual aporte a la lucha contra la globalización como lo hicieron Los
valientes en el animado homónimo al derrotar
a los ratones que pretendían destruir el huerto escolar.
Me preocupa que
mi nieto de cinco años llame canicas a las bolas y aunque en casa le corregimos y le explicamos el equivalente cubano de esas
palabras y expresiones podría surgir la pregunta¿Nos derrotará la globalización?
¡Eso habría que verlo, compay!, diría nuestro patriota de animación y de lujo, el siempre bien
ponderado Elpidio Valdés, del benemérito Juan Padrón.
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