domingo, 12 de julio de 2020

Avispas protectoras


Un puñado de  valerosas avispas (nuestros Cinco Héroes)  picó en lo más sensible a los sectores ultraderechistas del exilio cubano aupados por gobierno de EEUU, en la década de los años 90,   del mismo modo logró frenar la sucesión de ataques terroristas contra Cuba,  preservar la integridad del país antillano y defender el  derecho a su autodeterminación.
Esos hechos fueron recogidos en el  libro  Los últimos soldados de la guerra fría del  brasileño Fernando Morais y ahí mismo el intelectual se buscó un lío con los sectores más recalcitrantes de la contrarrevolución basificados principalmente en Miami.

 Años después el   francés Oliver Assayas rodó y estreno La red avispa con la aclaración: basada en hechos reales y fue cuando a la contrarrevolución le dio el titingó. No podía creerlo.
Y menos crédito podía  darle  a que  Netflix estrenara en su plataforma La red Avispa y que la película sea vista y comentada por miles de internautas, si no nos quedamos cortos.
La cinta evidentemente  NO es  un manifiesto en favor «de la causa cubana” como afirman  los divorciados de la Revolución, pero la verdad histórica está ahí al doblar de la esquina y por eso quieren que Netflix la desaparezca de su plataforma, ahora… hagámonos esta pregunta retórica ¿perderá esa empresa de entretenimiento  el dinero de la inversión para situarla en su sistema de retrasmisión en directo o emisión en continuo (streaming)
 Como dicen ahora: no me parece
Exhibida finalmente en el 41 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, La red avispa   deja claro, en honor a la verdad, que los cubanos infiltrados en organizaciones contrarrevolucionarias del exilio de Miami tenían el derecho a velar por la seguridad de su país, y detener así la ola de atentados terroristas de los años 90 del pasado siglo bajo el amparo de Estados Unidos.
La red avispa se enfoca principalmente en la pareja  de René González (Édgar Ramírez) y su esposa Olga Salanueva (Penélope Cruz) actuación  genial y aun cuando medios foráneos hablan de su apropiación del acento  cubano, ese es quizás único defecto interpretativo de la madrileña.
También relata otras subtramas personales y políticas que le aportan mayor consistencia.
El  crítico  cubano Rolando Pérez Betancourt  asevera  que  el filme reconstruye con eficiencia los atentados terroristas   contra instalaciones turísticas, muestra los rostros máximos del exilio contrarrevolucionario  y recurre a fragmentos de archivos como recordación de que, cuanto cuenta, proviene de la realidad.
Un mérito adicional del filme  es que pone en boca de Fidel  al derecho  de Cuba,  el país más espiado del mundo de saber  qué hacen los enemigos en suelo estadounidense para atentar contra el pueblo cubano.
  Algunos aludidos en esa crónica del odio se juraron  aplicar la   ley del hielo a la cinta y vociferan  para boicotearla y apelan a eventuales  actos leguleyos para reclamar,   «por daños y perjuicios» paralelamente se tapan los ojos para no verla pero por entre las rendijas entre los dedos la sufren a hurtadillas.
 Terroristas con mucha sangre cubana en las manos  enriquecidas por el dolor del pueblo cubanos y se escandalizan con esa cinta que saca trapos sucios  a esos autotitulados  campeones de la democracia.
Cierto que hay  errores de concepto y ambientación y no pretendemos que  Assayas piense como un revolucionario cubano, pero la cinta tiene como mérito meridiano el mostrar el respeto por Cuba a su autodefensa.
La película merece ser vista, quien lo haga condenará de seguro las cobardes agresiones destinadas a desatar miedo, muerte, frustración y verá que la frustración es la de los criminales que tanto luto le han hecho guardar a las familias cubanas.


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