domingo, 14 de junio de 2020

Acción de gracias


“Los Estados Unidos no son tan unidos na´…”,  decía hace algo más de dos décadas atrás Antonio Jerez Mayor, un historiador empírico bayamés con una claridad notable en esos temas.
El hombre era un radiotécnico de altas luces y según refería, como estudiante pobre “que se le colaba a la química”, fabricó unas baterías húmedas, con sus respectivos electrodos y sulfatos de zinc y cobre que le hicieron ganar el alias de Paco Pila.

Con respecto a la primera frase, que encabeza estas líneas Paco decía: “Revisa bien el origen de la nación de las barras y las estrellas y verás”.
Y si uno recorre desde la punta la historia de los Estados Unidos topará con  la celebración del Día de acción de gracias, muy bonito en tarjetas y fotos familiares y magnificado hasta la saciedad por los medios audiovisuales.
Según la historia, el Día de Acción de Gracias es una fusión de las fiestas de la cosecha, celebrada por los colonos europeos, y las celebraciones del final de cosecha que también realizaban los aborígenes norteamericanos.
Se cuenta que su origen se remonta hacia 1621, en la colonia de Plymouth, cuando los colonos, los peregrinos del barco Mayflower luego de pasar un invierno lleno penurias y privaciones, fueron auxiliados por los indígenas, quienes se compadecieron de su situación y les ofrecieron ayuda en las labores de cultivo, caza y pesca en la siguiente primavera.
De modo que, en otoño del mismo año, los colonos ofrecieron un banquete de agradecimiento por la buena cosecha, al cual invitaron a los indígenas, que también aportaron sus cositas (entre estas el pavo salvaje) que da origen culinario a la cena y celebración.
Pero lo idílico solo fue en las crónicas de quienes las escribieron, otros indios no permitieron aquella invasión a sus vidas, llevada a cabo por los separatistas puritanos  ingleses y fueron diezmados, contagiados con enfermedades desconocidas, violadas sus mujeres como parte de un rosario de calamidades, aunque esa guerra la circunscriben los cronistas solo a “una de una serie de enfrentamientos brutales”, vagamente recordados entre nativos americanos y colonos, que ocurrieron en Nueva Inglaterra, Nueva York y Virginia.
Muchos historiadores y blogueros independientes  puntualizan que la memoria popular se ha aferrado en gran medida a la imagen inocente  de una celebración de la cosecha, pero nada o muy poco se dice de las peleas mortales que finalmente separarían a los descendientes de los invitados de esa misma fiesta.
Esta es la primera en la sucesión de separaciones que caracterizan a la sociedad norteamericana… entonces ¿Gracias por qué?



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