domingo, 1 de marzo de 2020

La seriedad de nuestra prensa


Hace ya varias jornadas conversaba con amigos en la  esquina bayamesa, que se ha convertido en nuestra peña, aunque no hay como en otras una fecha determinada sino que surge de la espontaneidad.
Al poco rato llegó allí un hombre joven y entabló conversación con uno de los habituales, charla que derivó hacia las actuales carencias que afrontamos en la Isla y después clamó porque en nuestra prensa salieran noticias como en otras latitudes donde los hechos de sangre son cotidianos y él quería que “aquí fuera así”.
Intenté explicarle la seriedad de nuestra prensa que no se va con la pelota de trapo e investiga hasta la saciedad, antes de publicar lo cual deviene también talón de Aquiles, porque a veces por esa misma causa, la mesura, pecamos de morosos.

Pero con el hombre no había posibilidad de diálogo y yo no podía sumar otro sordo a la plática.
Es oportuno destacar que muchos olvidan, o quieren olvidar  el papel de la prensa en la sociedad cubana; en mi opinión, minimizan el hecho de que esta  ha marchado junto a la Revolución desde los primeros días de 1959 y no ha habido un solo momento, trascendental o no, en que le haya fallado.
Los profesionales de la pluma regulamos actuaciones de la sociedad, canalizamos el pensamiento, la opinión; criticamos sí  pero sin ánimo destructivo, lo hacemos para contribuir a lo perfectible de nuestro proyecto social, lo cual nos diferencia de otras latitudes, donde si bien hay reporteros así, también  existe la prensa amarillista o banal empeñada en destruir personas o instituciones o catapultar a la fama seres o eventos que realmente no lo merecen.
Cuando alguien dice: “Los periodistas están solo para describir”, muestra un desconocimiento perfecto acerca de las formas elocutivas del idioma y  causa  una grave ofensa, semejante a una bofetada, pues los periodistas, como todos, tenemos criterios, necesidades, ideas… que deben ser respetadas por su solidez y conveniencia.
Hay diversas formas de hacer prensa, por eso cuando hay cuestionamientos fuertes,  nos consideran enemigos…
Nada más lejos de la verdad; nuestro compromiso es con el pueblo y el Partido, las relaciones con las fuentes no son tan antagónicas como en otros países, pero recordemos que  amigo no es quien nos dice palabras agradables al oído o  en público, sino quien  expone nuestras verdades, de frente,  con posibles soluciones para que podamos mejorar nuestro desempeño.
Así es y debe ser el periodismo cubano, el sacerdocio que casi todos entendemos y que tratamos de inculcar en las jóvenes generaciones aunque la mayor parte de ellas  lo asimilaron  desde antes de ingresar a las aulas universitarias.
Por eso no entiendo que ante un evento cualquiera se cite a los medios con una o dos horas de antelación, lo cual, al contrario de lo esperado, mancilla la puntualidad, por lo general proverbial, de nuestros colegas.
Si Fidel y Raúl han dado la importancia y el valor que tiene para nuestra sociedad el papel de la prensa, ¿cómo pueden arrogarse funcionarios o directivos intermedios el derecho de querer dirigir qué sale o no en nuestras páginas, cuando esto es solo privativo del director de la publicación?
Nuestras divisas han de ser la veracidad y objetividad, dar seguimiento a un tema escabroso para ver el resultado; los cuestionamientos, análisis y recomendaciones valoran determinada gestión….  Ese es nuestro papel… pero si nos equivocamos, ahí están los canales  laborales o legales para dirimir el asunto.
Eso se llama seriedad, no queremos un modo de hacer  estridente, que hiera la sensibilidad, pero cuando hace falta aquí se aborda cualquier tema por peludo que resulte.



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