Puchichi, Armando Yero y el autor de estas líneas, de izquierda a derecha |
El
miércoles último, un apretado círculo familiar, periodístico y vecinal, manifestó
el imprescindible y último ¡Hasta luego! a un viejo camarada que sucumbió a cruel enfermedad, después de haber salido
victorioso o herido, pero no derrotado, en otras muchas.
Me
tocaron las palabras de despedida a Juan
Rodríguez Licea, nuestro entrañable Puchichi, era un compromiso contraído el 20 de julio de 1991, cuando en trágico accidente fallecieron ocho compañeros de diversas
dependencias del Partido y la prensa, especialmente nuestros Dania Casalí y David Chacón.
Ese
día sellamos un pacto, si yo moría primero, el Pucho me dedicaría una
caricatura grande, a tamaño natural; si él se iba primero yo honraría aquel
compromiso y creo que cumplí.
No
soy muy avezado en esas lides y no hice el acostumbrado panegírico que se usa en esos
casos por eso decidí evocar a Juan desde
la emoción, el afecto, la amistad.
Sugerí
que no lo recordáramos con tristeza, sino pensando en todo lo alegre y bromista
porque cuando se hable de
él lloverán las anécdotas del bromista impenitente, pero también de la persona capaz
de brindar ayuda a quien lo necesite: ya atenazado por el Parkinson iba a
visitar a los enfermos del mismo mal o cuando alguien moría no vacilaba en
escaparse en un bici taxi para consolar a los dolientes.
Signifiqué
el legado de amor a su esposa, a los tres
Juanes de sus hijos: Juan Roudy, Juan Alejando y Juan Alberto, a su hermana
Migdalia y sus sobrinos, a sus nietos y a una multitud de tíos y también, claro, a los amigos de la infancia
Personifique a Juan
con todo, que así se llama su página persona y viene a ser una reafirmación del pensamiento
martiano Honrar honra.
Desde
allí Juan ofreció muchísimos aspectos poco conocidos acerca de la historia de
la caricatura y mostró trabajos y
caracteres de relevantes cultores del género, de Granma , Cuba y acaso del
mundo, sin abandonar ese optimismo que ha ido puliendo en los más duros
trances.
Sí,
porque el creador de Juan con todo
es ese hombre ejemplar que con el pincel, el tipógrafo o el ordenador, ha
defendido y sigue defendiendo los postulados revolucionarios.
Dos
infartos y enfermedades diversas, separaron materialmente a Juan Rodríguez
Licea del periódico La Demajagua,
pero no pudieron menguar su voluntad creativa.
el Pucho ha dedicado su obra por entero al diseño gráfico, la caricatura general y
política, piezas de su arsenal de periodista patriota.
Premios
nacionales y locales en humor general, joven y costumbrista, expositor en el
evento internacional de Pirasicaba y recorrido de sus piezas por sedes
universitarias de Santa Catarina en Brasil, incursiones en otros eventos
gráficos y de caricatura de Turquía, Italia, y Francia, hablan de su extenso
currículum.
Hablé
de sus colaboraciones en ese primer país mediante el personaje Nasreddin Hodja, un cuentero, un
juglar que a lomos de su burro, (al cual montaba
al revés)divertía y enseñaba a los campesinos
y eso mismo era el Pucho, un trovador de la caricatura.
Todos
esos esos géneros también tuvieron cabida en Juan con todo, al igual que apuntes
de su obra expuesta en 100 planas de periódicos ilustradas con caricaturas,
exhibidas en el museo del Humor de San Antonio de los Baños que recogen la
etapa más elevada de su vida como diseñador de prensa entre 1985 y 1990.
Estas
palabras que lo autodefinen, también caracterizaron su blog:
“Soy
carismático, con una especie de imán que aprovecho para caricaturizar los males
de nuestra sociedad, perfectible, y a los enemigos de siempre; el reto es no
anquilosarme porque quien crea no envejece y la creación tienen un campo
infinito”.
Parafraseando
a Pablo de la Torriente Brau : “Quien quiera conocer un humor gráfico distinto
que vaya de lo criollo a lo universal, a Juan con todo.
Después
de quedarme corto al enumerar sus cualidades y tras agradecer ala audiencia
pronuncié un Hasta luego, pero me traicionó el miedo escénico y olvidé dedicárselo
al Pucho. ¡Ahí va...!
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