Tomada de Internet |
José Fernández Prieto, “Pepe”, descendiente de gallegos y suegro de uno de mis más entrañables
amigos, manejó con acierto durante décadas varias parcelas de café que más tarde devinieron
una finca de crianza.
¿Una finca de crianza? me asombré al conocer esa
denominación y me explicaron que era una hacienda de ganado de diverso tipo para consumir y
para vender y aunque representaba un trabajo considerable “daba para vivir” ,como
aseguraba Pepe con su grave voz de lentas cadencias.
En unas tres caballerías de tierra en el cuartón Limones,
de Buey Arriba, cultivaba las viandas que dan la montaña, especialmente malanga, ñame,
plátano en muchas variedades, y frutales
de todo tipo, como acostumbraban a hacer los productores serranos.
Pero no dejaba nada al azar, para sus animales sembraba
caña de la más azucarera y que respondiera a las condiciones de montaña, tenía
maíz, king grass y otros forrajes.
Para cebar los puercos utilizaba el producto de un palmar
grande, pero mientras tanto empleaba restos de cosechas, allí no se perdía
nada.
Las lomas de su finca contaban con cabras y ovejas “de
buen ver”, gracias a los excelentes pastizales, en los corrales “lucraban” con
su comida vacas y caballos… aquello daba gusto.
En ese tiempo no se pensaba mucho en los piensos importados
aun cuando existían las tiendas especializadas, pero la distancia y el trabajo
diario en una finca dificultaban esas gestiones.
Pepe, y después sus hijos, preferían los cerdos de piel
negra, ni siquiera criaban los fajados al estilos de los Hampshire, preferían
el negro largo pues su color de piel hace que sea tolerante a las enfermedades,
su rusticidad y capacidad de pastoreo lo convierten en un productor de carne
eficiente.
Entre 40 y 50
cerdos grandes u chicos crecían en los predios de Pepe, todo el año había
trabajo y también resultados allí había “para comer y para llevar” como ahora
se dice.
Otro ejemplo lo
aporta Roberto Peña administrador de la unidad básica de producción cooperativa
Israel Licea de Campechuela “nos vamos
encaminando, para puercos no tenemos la instalación como tal, pero tenemos los animales
criollos, unos en corrales grandes para
ceba y los medianos en un potrero adaptado para ello, son 36
puercos criollos alimentados con restos
de producciones eso mientras nos llega el módulo pecuario, pero como va la cosa
con los piensos importados, creo que vamos a desarrollarnos por esa vía”.
Ya hay turistas que prefieren la carne de los cerdos de
piel negra y por ahí se abre otro filón para aprovechar lo que nos da el entorno
y mejorarlo, que es una especial forma de la economía en este caso volver a la tradición ganadera porcina.
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