lunes, 27 de enero de 2020

Cerdos de piel negra ¿retomar un filón olvidado?

 Tomada de Internet

José Fernández Prieto, “Pepe”, descendiente de   gallegos y suegro de uno de mis más entrañables amigos, manejó con acierto  durante décadas  varias parcelas de café que más tarde devinieron una finca de crianza.
¿Una finca de crianza? me asombré al conocer esa denominación y me explicaron que era una hacienda  de ganado de diverso tipo para consumir y para vender y aunque representaba un trabajo considerable “daba para vivir” ,como aseguraba Pepe con su grave voz de lentas cadencias.
En unas tres  caballerías de tierra en el cuartón Limones, de Buey Arriba, cultivaba las viandas que  dan la montaña, especialmente malanga, ñame, plátano en muchas variedades,  y frutales de todo tipo, como acostumbraban a hacer los productores serranos.

Pero no dejaba nada al azar, para sus animales sembraba caña de la más azucarera y que respondiera a las condiciones de montaña, tenía maíz, king grass y otros forrajes.
Para cebar los puercos utilizaba el producto de un palmar grande, pero mientras tanto empleaba restos de cosechas, allí no se perdía nada.
Las lomas de su finca contaban con cabras y ovejas “de buen ver”, gracias a los excelentes pastizales, en los corrales “lucraban” con su comida vacas y caballos… aquello daba gusto.
En ese tiempo no se pensaba mucho en los piensos importados aun cuando existían las tiendas especializadas, pero la distancia y el trabajo diario en una finca dificultaban esas gestiones.
Pepe, y después sus hijos, preferían los cerdos de piel negra, ni siquiera criaban los fajados al estilos de los Hampshire, preferían el negro largo pues su color de piel hace que sea tolerante a las enfermedades, su rusticidad y capacidad de pastoreo lo convierten en un productor de carne eficiente.
Entre   40 y  50 cerdos grandes u chicos crecían en los predios de Pepe, todo el año había trabajo y también resultados allí había “para comer y para llevar” como ahora se dice.
Otro ejemplo  lo aporta Roberto Peña administrador de la unidad básica de producción cooperativa  Israel Licea de Campechuela “nos vamos encaminando, para puercos no tenemos la instalación como tal, pero tenemos los animales criollos, unos en corrales grandes  para ceba y los medianos   en un potrero adaptado para ello, son 36 puercos criollos alimentados   con restos de producciones eso mientras nos llega el módulo pecuario, pero como va la cosa con los piensos importados, creo que vamos a desarrollarnos por esa vía”.
Ya hay turistas que prefieren la carne de los cerdos de piel negra y por ahí se abre otro filón para aprovechar lo que nos da el entorno y mejorarlo, que es una especial forma de la economía en este caso volver a  la tradición ganadera porcina.


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