No
me canso de evocar los días de mi
juventud cuando fue solicitada a la pujanza
estudiantil el apoyo a la agricultura,
más como cuestión formativa que
productiva, se denominó Plan Mayo norte porque inicialmente se centró en
la región septentrional de la antigua provincia de Oriente.
Fue
génesis de la escuela al campo, primero una semana, después 15 días y más tarde
45; por ser el quinto mes del año, las
lluvias hacían de las suyas y los jóvenes
de entonces disfrutábamos mucho, aunque el fango nos manchara el calzado.
Hoy
vemos en las redes sociales a personas que como yo disfrutaron la experiencia, otras que la rechazan y aún
otras que complacidas por aquellos
lejanos días se avergüenzan dejan arrastrar por estas que lanzan
sus denuestos sobre esa experiencia entonces única.
Dos
momentos fueron especialmente importantes para mí: el primero en la zona de Pastor,
cercana a Río Cauto y otro en Tasajera, muy cercana al poblado de Mir.
Otras también fueron memorables, pero en estas dos locaciones confluyeron como en ningunas otras, los caminos de la productividad, la alegría juvenil y el arte.
Otras también fueron memorables, pero en estas dos locaciones confluyeron como en ningunas otras, los caminos de la productividad, la alegría juvenil y el arte.
Allí
en Pastor convivieron en 1964 estudiantes de secundaria, entre los que me encontraba,
con la muchachada de preuniversitario, “cuadros”
de la Juventud comunista y lo mismo en las fogatas nocturnas coexistían
canciones vibrantes como Bandera roja, Bela ciao… con otras como
Las hojas muertas, zarzuelas cubanas o
un aria de la Boheme o Tosca…
En
Tasajera, casi al pie de la antigua casona del moro latifundista Puchara,
entre frondosos platanales, naranjales, un
plan hortícola, de día llenábamos de alegría
los surcos con las risas de los 16-19 años pues algunos terminábamos la
secundaria y otros lo hacían con el “Pre”, entre esos últimos había verdaderos
artistas.
También
entre los profesores y recuerdo precisamente al veguitero Luis Arturo Ramírez
Urrizarri –nieto de la doctora León maestra de mi padre- quien con su bien
timbrada voz versionaba grandes páginas del pentagrama cubano.
De
los muchachos de pre había notables músicos y como ni se
sabe donde salió un piano muy bien resguardado con lonas, del sol y el sereno, un par de tumbadoras, guitarras… nació
el combo Tasajera que todas las noches romantiqueaba con canciones como Luces del
puerto, Júrame o hacía bailar a los más atrevidos…
A las
10 de la noche una grada de tractor anunciaba el fin de la velada que acatábamos
con desgano, pero al día siguiente la voz de la misma grada quebraba los sueños
y nos disponía para una nueva jornada laboral que terminaba en fiesta al romper el crepúsculo.
1 comentario :
Recuerdo bien a Tasajera, la pasamos bien allá. Me gusta la frase de frondosos platanales, porque realmente era así. creo que estuve también en Pastor.. fue una semana solamente y dormimos en hamacas, pero no logro recordar el nombre del lugar donde yo estaba, pero debe haber sido eso. Mis saludos para ti, Morales.
Publicar un comentario