domingo, 3 de noviembre de 2019

Del amanecer al crepúsculo


No me canso de evocar  los días de mi juventud cuando fue solicitada a  la pujanza estudiantil el apoyo a  la agricultura, más como cuestión formativa que  productiva, se denominó Plan Mayo norte porque inicialmente se centró en la región septentrional de la antigua provincia de Oriente.
Fue génesis de la escuela al campo, primero una semana, después 15 días y más tarde 45;  por ser el quinto mes del año, las lluvias hacían de las suyas y  los jóvenes de entonces disfrutábamos mucho, aunque el fango nos manchara el calzado.

Hoy vemos en las redes sociales a personas que como yo disfrutaron  la experiencia, otras que la rechazan y aún otras que  complacidas por aquellos lejanos días  se  avergüenzan dejan arrastrar por estas que lanzan sus denuestos sobre esa experiencia entonces única.
Dos momentos fueron especialmente importantes para mí: el primero en la zona de Pastor, cercana a Río Cauto y otro en Tasajera, muy cercana al poblado de Mir.
Otras también  fueron memorables, pero en estas dos locaciones confluyeron como en ningunas otras, los caminos de la productividad, la alegría juvenil y el arte.
Allí en Pastor convivieron en 1964  estudiantes de secundaria, entre los que me encontraba, con la muchachada  de preuniversitario, “cuadros” de la Juventud comunista y lo mismo en las fogatas nocturnas coexistían canciones vibrantes   como Bandera roja, Bela ciao… con otras como Las hojas muertas, zarzuelas cubanas  o un aria de la Boheme o Tosca…
En Tasajera, casi al pie de la antigua casona del moro latifundista Puchara, entre  frondosos platanales, naranjales, un plan hortícola, de día llenábamos de alegría  los surcos con las risas de los 16-19 años pues algunos terminábamos la secundaria y otros lo hacían con el “Pre”, entre esos últimos había verdaderos artistas.
También entre los profesores y recuerdo precisamente al veguitero Luis Arturo Ramírez Urrizarri –nieto de la doctora León maestra de mi padre- quien con su bien timbrada voz versionaba grandes páginas del pentagrama cubano.
De los muchachos de pre había notables músicos y como   ni se sabe donde salió un piano muy bien resguardado con lonas, del sol y el  sereno, un par de tumbadoras, guitarras… nació el combo Tasajera que todas las noches romantiqueaba con canciones como Luces del puerto, Júrame o hacía bailar a los más atrevidos…
A las 10 de la noche una grada de tractor  anunciaba el fin de la velada que acatábamos con desgano, pero al día siguiente la voz de la misma grada quebraba los sueños y nos disponía para una nueva jornada laboral que terminaba en fiesta al romper  el crepúsculo.


1 comentario :

Eduardo Velasco dijo...

Recuerdo bien a Tasajera, la pasamos bien allá. Me gusta la frase de frondosos platanales, porque realmente era así. creo que estuve también en Pastor.. fue una semana solamente y dormimos en hamacas, pero no logro recordar el nombre del lugar donde yo estaba, pero debe haber sido eso. Mis saludos para ti, Morales.