Chile rebasa ya la tercera
semana del estallido social contra el modelo
neoliberal enarbolado en sus dos mandatos
por el presidente Sebastián Piñera, pero los ánimos no parecen apaciguarse ni
por asomo.
Después de tres décadas de
gobierno de ese corte político en estos
últimos días, como en los movimientos telúricos, hubo réplicas de los
cabildos promovidos por la Mesa de
unidad social que aglutina a más de 70 organizaciones y miles de personas
en los propios barrios e instituciones.
Entre las de las principales demandas de estos sectores
figura la realización de una asamblea constituyente que abra el camino a una
nueva constitución como reemplazo de la actual originada durante la dictadura de Augusto Pinochet y aún perdura solo
con ciertos arreglos cosméticos.
Tres semanas: el Instituto
nacional de derechos humanos registra más de cinco mil detenidos y dos mil
heridos, peculiar y sensiblemente
en los ojos pues los carabineros
disparan balines o perdigones a los manifestantes entre los cuales ya hay
muchos ciegos de manera parcial o total.
Lo comenzado como una
protesta por el aumento del precio del transporte público, resulta en Chile una movilización inédita desde las luchas contra la dictadura del usurpador
Augusto Pinochet.
Algunos esgrimen juicios
como: “los estudiantes son unos malcriados”, o “la izquierda se viste de Anticristo” (en
protestas para cambiar ese régimen por uno como el cubano, “pleno de limitaciones
económicas incluso con carretas tiradas
por bueyes”, dicen.
Esos observadores de los toros (desde la barrera) obvian que la difícil
situación económica cubana no es por defectos de los cubanos sino siempre
agravadas por seis décadas de bloqueo, como el dinero que sustrae, contante y
sonante.
También esquivan el hecho de que los manifestantes tienen
demandas sumamente importantes después de 30 años de neoliberalismo y privatizaciones como indigno
legado de la cruenta dictadura de Pinochet.
El presidente Sebastián
Piñera dio marcha atrás a la subida de tarifas del transporte, pero la llama ya
estaba prendida y las protestas y tumultos no se atenuaron. Después, lanzó una
serie de propuestas de mejora del salario mínimo y las rentas, pero tampoco
sirvieron para frenar la movilización en las calles.
Entre las demandas está la
derogación del sistema de pensiones, uno de los temas más polémicos, también de fuerte espíritu pinochetista y que
pone los fondos de pensiones en
manos estatales y privadas al igual que
en la salud pública con un modelo mixto de gestión.
A pesar de ser el agua un
bien público en ese país austral, el vital elemento está en manos particulares
a lo que algunos analistas del patio califican no como sequia sino como saqueo.
Las protestas de los
estudiantes explotaron en 2006 cuando
demandaron mejor educación, el movimiento juvenil estalló de nuevo en 2011y
obligó al primer gobierno de Piñera a cambios sustanciales, pero no del todo satisfactorios.
Otro tema es el de los
abusos de poder y corrupción, esos que los propios políticos derechistas
chilenos achacan a la izquierda continental.
¿Hay razones
o no para las protestas? y si hay violencia primero la generaron los herederos
del sepulturero de Allende y sus seguidores, nunca de sus ideas y legado.
Se ve claro entonces de qué
lado milita el Anticristo, al servicio de Satanás, aunque comulgue hipócritamente en los templos.
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