El 6 de octubre de 1976 es un día aciago, sombrío para los
cubanos, sucede como con la masacre de
los ocho estudiantes de Medicina, fusilados por el colonialismo español en noviembre de 1871.
En ambas fechas el luto y el dolor invadieron a todo un pueblo, que no circunscribe el homenaje a
solo dos fechas sino que la laceración causad por esos asesinatos nos acompañan
desde hace 148 noviembres y más tarde desde 43 octubres atrás.
En el caso de aquellos médicos no gozados, ellos
tuvieron, en cambio el triste privilegio de conocer a sus detractores y al
verbo encendido del capitán español Federico Capdevila quien los defendió con
la hidalguía de los hombres buenos;
muchos miraron a la cara sus verdugos y
vieron el fuego colonialista al tronchar sus valiosas vidas.
En cambio, los mártires de Barbados venían de cosechar nuevos éxitos para el firmamento
deportivo cubano, a algunos los sorprendió una primera explosión y acaso
algunos no alcanzaran a escuchar la
segunda, envueltos en las desesperadas maniobras de amarizaje forzoso del
capitán Wilfredo Pérez, el copiloto Manuel Espinosa Cabrera y el resto de la
tripulación.
Resultado infructuoso: el avión se hundió con su preciada carga frente a las costas de Barbados y dejó en la mente de los caídos multitud de preguntas sin respuesta, en sus familiares y amores un inmenso nudo en la garganta un dolor que multiplicó como un reguero de chispas y que no se apaga.
Resultado infructuoso: el avión se hundió con su preciada carga frente a las costas de Barbados y dejó en la mente de los caídos multitud de preguntas sin respuesta, en sus familiares y amores un inmenso nudo en la garganta un dolor que multiplicó como un reguero de chispas y que no se apaga.
Como es usual en
la historia de las agresiones contra Cuba los asesinos intelectuales y materiales quedaron impunes o
recibieron penas irrisorias.
Eso lo promovió el país que se autoproclama líder de los derechos humanos ¡Qué ironía! El 7 de octubre de 1976, un día después el Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba informó oficialmente que, de los 73 pasajeros que perecieron, 57 eran cubanos, 11 guyaneses y cinco coreanos.
Eso lo promovió el país que se autoproclama líder de los derechos humanos ¡Qué ironía! El 7 de octubre de 1976, un día después el Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba informó oficialmente que, de los 73 pasajeros que perecieron, 57 eran cubanos, 11 guyaneses y cinco coreanos.
El ataque terrorista al vuelo CU 455 de Cubana de aviación, al derribar la nave DC-8 lacera a todo humano de bien y no solo a los
familiares; un caso especialmente triste es el de Antonio Garcés, novio y más tarde esposo de Nancy Uranga Romagoza, de quien
esperaba un hijo, al que no pudo conocer
porque se lo arrebataron la CIA y sus más siniestros agentes. Sus ojos
denotan el dolor que también embarga al resto de los cubanos por los fallecidos, a padres, hermanos, novios
esposos… también guyaneses y coreanos.
Este crimen es un ejemplo de que ningún agente de le CIA, es bueno como pretender hacer ver los audiovisuales yanquis desde el inicio de la Guerra Fría y aun desde mucho antes.
Este crimen es un ejemplo de que ningún agente de le CIA, es bueno como pretender hacer ver los audiovisuales yanquis desde el inicio de la Guerra Fría y aun desde mucho antes.
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