En este caso el concepto no es el de “toda explicación o aclaración de un texto
para hacerlo más comprensible”, sino simplemente para ampliarlo “un tilín”, aun cuando la riqueza de matices que involucra
lo hacen valioso.
Helado corazón
Por Anaisis Hidalgo Rodríguez
El estruendo hizo mirar a todos. Inmediatamente
acudió gente de todas partes a socorrer
al anciano que, perturbado, se incorporaba del “bombazo” del yipi mientras el
chofer examinaba con rigor abolladuras o raspones en su vehículo.
Quienes asistieron al desafortunado
hecho y los que por voz de otros supimos luego del incidente, quedamos
perplejos ante la insensibilidad del chofer.
Tal falta de piedad, es el epicentro
de historias en la que muchos otros conductores de bicis, autos, coches… se han
convertido en ecos del desamparo, a sabiendas, en ocasiones de su responsabilidad.
Quien me relata el suceso desconoce el
nombre del señor, más no olvida su manojo de nervios, en lo cual no debe haber reparado el insensible chofer porque no
estuvo de primera instancia para tenderle la mano e interesarse por su
bienestar.
Todavía me cuestiono si pudo conciliar feliz su sueño
o si la conciencia le ripostó su falta de humanismo, doctrina que se basa en la
integración de los valores y que se traduce en muestras de afecto ante alguien
que sufre o padece una situación lastimosa.
Unas personas, dirá usted, son más
sensibles que otras, y en eso tiene que ver mucho la educación familiar,
escolar y social, que nos preparan para decodificar realidades extremas o
vulnerables y solidarizarnos con alguien.
Sentir piedad y compasión no es
sinónimo de blandenguería, sino de humanismo, un valor que se hará cada vez más
carente si desde la cuna no corregimos posturas y actitudes deformes.
¿Qué enseñanza habrían recibido
Enrique y los demás niños de su clase (en el libro Corazón, de Edmundo de Amicis) si Garofi no hubiera reconocido que
fue su bola de nieve la que por poco deja ciego a un anciano, y en cambio
hubiera corrido como una flecha para salvar su responsabilidad?
¿Sería tan cobarde de
permitir que le cargasen la culpa a otro, o admitiría su error y pediría que lo
disculparan? Incluso para circunstancias como estas tenemos que preparar a
nuestros hijos, dialogar con ellos sobre lo correcto o no.
Interroguémosles si en un caso
análogo, habrían tenido el valor de cumplir con su deber. Según su respuesta
trabajemos en ello, evitemos que crezcan con un helado corazón.
Este
sin duda es un bello texto, preñado de giros literarios, sin abandonar en ningún
momento el sentido crítico, la postura de la autora ante situaciones de
insensibilidad y, de soslayo, hace un guiño a esa escuela de padres que no precisa
de espacios fijos pero que debe partir
del hogar.
Por
otro lado, alguno de los presentes, debió denunciar el hecho porque el
conductor violó la ley al no prestarle atención a un lesionado “por su propio
timón”, la autora no estaba…de seguro de figurar en el grupo de quines
auxiliaron al anciano habría emplazado
al infractor y exigido su responsabilidad social e incluso penal; lo sé porque
es mi colega y los valores que se gasta.
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