domingo, 7 de abril de 2019

Paráfrasis a Anaisis


En este caso el  concepto no es el de  “toda explicación o aclaración de un texto para hacerlo más comprensible”, sino simplemente para ampliarlo “un tilín”,  aun cuando la riqueza de matices que involucra lo hacen valioso.
Helado corazón
Por Anaisis Hidalgo Rodríguez
El estruendo hizo mirar a todos. Inmediatamente acudió gente de todas partes  a socorrer al anciano que, perturbado, se incorporaba del “bombazo” del yipi mientras el chofer examinaba con rigor abolladuras o raspones en su vehículo.

Quienes asistieron al desafortunado hecho y los que por voz de otros supimos luego del incidente, quedamos perplejos ante la insensibilidad del chofer.
Tal falta de piedad, es el epicentro de historias en la que muchos otros conductores de bicis, autos, coches… se han convertido en ecos del desamparo, a sabiendas, en ocasiones de su responsabilidad.
Quien me relata el suceso desconoce el nombre del señor, más no olvida su manojo de nervios, en lo cual no debe  haber reparado el insensible chofer porque no estuvo de primera instancia para tenderle la mano e interesarse por su bienestar.
Todavía  me cuestiono si pudo conciliar feliz su sueño o si la conciencia le ripostó su falta de humanismo, doctrina que se basa en la integración de los valores y que se traduce en muestras de afecto ante alguien que sufre o padece una situación lastimosa.
Unas personas, dirá usted, son más sensibles que otras, y en eso tiene que ver mucho la educación familiar, escolar y social, que nos preparan para decodificar realidades extremas o vulnerables y solidarizarnos con alguien.
Sentir piedad y compasión no es sinónimo de blandenguería, sino de humanismo, un valor que se hará cada vez más carente si desde la cuna no corregimos posturas y actitudes deformes.
¿Qué enseñanza habrían recibido Enrique y los demás niños de su clase (en el libro Corazón, de Edmundo de Amicis) si Garofi no hubiera reconocido que fue su bola de nieve la que por poco deja ciego a un anciano, y en cambio hubiera corrido como una flecha para salvar su responsabilidad?
¿Sería tan cobarde   de permitir que le cargasen la culpa a otro, o admitiría su error y pediría que lo disculparan? Incluso para circunstancias como estas tenemos que preparar a nuestros hijos, dialogar con ellos sobre lo correcto o no.
Interroguémosles si en un caso análogo, habrían tenido el valor de cumplir con su deber. Según su respuesta trabajemos en ello, evitemos que crezcan con un helado corazón.
Este sin duda es un bello texto, preñado de giros literarios, sin abandonar en ningún momento el sentido crítico, la postura de la autora ante situaciones de insensibilidad y, de soslayo, hace un guiño a esa escuela de padres que no precisa de  espacios fijos pero que debe partir del hogar.
Por otro lado, alguno de los presentes, debió denunciar el hecho porque el conductor violó la ley al no prestarle atención a un lesionado “por su propio timón”, la autora no estaba…de seguro de figurar en el grupo de quines auxiliaron al  anciano habría emplazado al infractor y exigido su responsabilidad social e incluso penal; lo sé porque es mi colega y los valores que se gasta.

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