domingo, 10 de marzo de 2019

Lula duele en el alma

Último adiós a su nieto
Foto Clarín.com
Lula duele por el encarcelamiento arbitrario, después por una nueva condena a 12 años de privación de libertad que le impidió asistir al velorio de su hermano (su querido Vavá) recientemente fallecido y en especial por la pérdida de su nieto.

Lastima el caso de Lula porque su retoño sufrió bulling cuando lo encarcelaron y los condiscípulos le decían que su abuelo estaba preso por ladrón), las lágrimas del viejo dirigente obrero laceran y es por eso, su mejor forma de honrar al pequeño Arthur es demostrar que es inocente.



Lacera que el presidente más popular de la historia de Brasil que sacó d de la pobreza a 30 millones de personas haya sido encausado y encarcelado por jueces desvergonzados y también que su país haya caído en manos de la extrema derecha, debido a trapisondas electorales movidas por las redes sociales, al igual que en el caso Trump.

También que haya accedido a la presidencia un extremista como Jair Bolsonaro quien ya se afila los dientes para secundar al presidente yanqui en una aventura fratricida contra Venezuela.

Duele que se repita la historia bíblica de Caín y Abel.

Duele que su país quede en manos de alguien como Bolsonaro quien ha dicho, entre otras cosas, que las mujeres “deben ganar menos porque se quedan embarazadas”, que “los artistas deben ser fusilados”, que “los negros no sirven ni para reproducirse” y que “sería incapaz de amar a un hijo homosexual”.

De un hombre que apoya la venta libre de armas (en un país con elevados índices de violencia), la tortura de delincuentes, pues para él “el mejor delincuente es el delincuente muerto”, y minimiza la importancia de las ejecuciones durante la dictadura, que además reivindica. “El error de la dictadura fue torturar y no matar”, según evoca Bolsonaro, apesadumbrado porque haya pasado el tiempo militar de los generales gorilas, expertos en golpes de estado.

Hiere que los verdaderos ladrones gocen de libertad y en el caso del hijo de Bolsonaro viaje a otros países lo mismo buscando amparo al abrigo de Washington que haciendo proselitismo a favor del régimen de su padre; mientras el ex mandatario, deba extinguir dos condenas por supuesta corrupción y lavado de dinero.

Vulnera que todo lo hecho por los gobiernos petistas (del Partido de los trabajadores del propio Lula y Dilma Russef) se desbarate ante sus ojos por una administración de marcado corte antipopular, racista y antifeminista como el de Bolsonaro.

Quebranta que el sufrimiento de Lula desde que fuera encarcelado en abril del año pasado, hace casi un año, haya hecho encanecer totalmente su cabello, sufrimiento agravado por estos golpes a la vida familiar del ex mandatario.

Reconforta, en cambio, saber que hay valerosos dirigentes del Partido de los Trabajadores que siguen su camino, que el movimiento de los Sin tierra que tanto apoyó está firme junto a él como Dilma Russef y el candidato petista Fernando Hadad y sobre todo el pueblo acompañen a Lula en todo trance como este de conducir hasta su última morada al nieto fallecido.

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