Nada tiene que ver esta entrada con maraña o timo, sino
más bien con una condición mental que hacía de este niño y, sucesivamente joven y adulto,
un ser negativo sin él mismo tener conciencia de ello.
Era la oveja negra de la familia, pues padres y abuelos
eran maravillosos como ciudadanos, trabajadores y vecinos; él en cambio heredó
cualidades genéticas de remotos ancestros causadas por un entierro ritual hecho por brujos haitianos en
los cimientos de la casa familiar, según afirmaban muchas comadres.
Se llama Armando, pero un sufijo un tanto despectivo convirtieron
este nombre en Armanduco y a alguien se le ocurrió que ca-be-ze-truco
era la rima perfecta; al final quedó la
última partícula, también le decíamos el Cao por esa condición especial de esas aves de cotorrear sin sentido y que el muchacho convirtió en cualidad.
Pero en el fondo –y no del mar- es un alma noble, si ve a alguien en apuros corre a
socorrerlo aun cuando el método para hacerlo no sea de
los más ortodoxos.
En sus años mozos fue un admirador a todo trapo del actor, director y cantante argentino
Hugo del Carril, decía Truco que con esas “muelas” no había hembra que se
resistiera y pretendió emplearlas él mismo sin éxito, claro, teniendo en cuenta que el rioplatense fue muy famoso desde 1937 e
hizo una larga carrera y ya aquellas fórmulas para enamorar no eran eficaces en la década de los años 70 del pasado siglo
XX.
Es un mulato alto de andar un poco trabajoso, con unos
ojos que recuerdan los de los camellos y cree tener la fórmula de progresar sin apenas esfuerzo, se las da de
bravucón, pero no ha dudado en rogar de rodillas ante un peligro que creyó
extremo.
Fue un trabajador eficiente, pero un tanto descuidado, en
una visita de control nacional a su centro de trabajo, a él no le tocó ser observado
e interceptó a los visitantes en un pasillo.
- ¿No me van a inspeccionar?
-Bueno…
-Miren tengo esto muy bien ordenado.
(Revisión exhaustiva)
-¡Calificación mal!
-Valoren esto otro.
-¡Calificación mal!
-¡No, pero esto si no lo tiene nadie así!
-¡Calificación mal!
De más está decir que aquel centro de trabajo obtuvo calificación
deficiente y ello fue directo a la evaluación anual de el Cao.
Una de sus últimas ocupaciones fue la de espiritista,
según él con muy buenos aciertos, pero eso también se le hizo sal y agua: lo
que hace con las manos lo desbarata con los pies, esa es a grandes rasgos la
personalidad de Armanduco.
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