Corría el mes de enero de 1968, junto a una brigada de camaradas
del Centro unificado 21 de Octubre (secundaria y preuniversitario) cargábamos
abono desde el Batey La Seis, hacia los tres o cuatro lotes del sitio conocido
como El Sombrero donde crecían
platanales inmensos.
Al llegar a la primera curva que se acomodaba al cauce del Río Cauto, como viajaba
en la parte frontal de la carreta, enhorquetado en uno de los soportes con las
piernas hacia afuera, mi asiento no era muy seguro.
EL tractorista, de apellido Cuello, hizo un giro tan
pronunciado que salí despedido a toda velocidad, desde el suelo en fracciones
de segundo valoré que si daba muchas vueltas o muy rápido caería por el barranco, si
no lo hacía las gomas grandes del vehículo, cargado de abono, me pasarían por arriba, por eso opté por la
primera variante y ya bocarriba vi la rueda del tractor muy cerquita y entonces
lo vi como un verdadero monstruo negro.
-¡Se cayó uno! –gritaba la muchachera.
El tractorista suponiendo que era un saco, siguió su
marcha vertiginosa.
¡Se cayó un muchacho! - gritaron de nuevo mis compañeros
y se sumaron algunos vecinos del llamado Sombrero Uno … el hombre por fin
detuvo la máquina y dio marcha atrás… los más veloces llegaron junto a mí y me
ayudaron a incorporar, dos grandes heridas en una pierna y un buen golpe me
granjearon una estancia en mi Bayamo y después todo volvió a la normalidad, lo
único que me quedó una secuela de dos centímetros menos en esa pierna.
Desde entonces mis compañeros le llamaron a aquella, la
curva de Morales o del Yashin porque decían que había hecho un salto como el mítico
portero ruso Lev Yashin, pero siempre pensé que eso había quedado para nuestro
consumo escolar.
Pero este viernes, precisamente el día que cumplí 69
eneros, un antiguo colega me contó que una cuarentona amiga suya del lote Tres de los Sombreros,
le dijo que la persona que él buscaba vivía ahora cerquita de la “Curva de Morales”;
al indagar el porqué del topónimo, ella dijo desconocerlo pero que toda la
vida lo había oído nombrar así.
De cualquier modo aquel rudo golpetazo me hizo el dueño
del topónimo.
No hay comentarios :
Publicar un comentario