Ernesto no espera por nadie |
Un hecho probablemente único ocurre en predios cañeros
cubanos; desde Campechuela cinco hermanos descuellan como operadores de
combinadas KTP en el propio terruño y allende sus fronteras.
Una
tarde cualquiera. En la misma guardarraya de los campos pertenecientes a su cooperativa Marcial Jiménez
el operador de combinadas KTP Ernesto
Tamayo Martínez daba un mantenimiento coyuntural a su máquina, mientras esperaba por la reparación
del motor de arranque que el jefe del pelotón gestionaba
en los talleres de la unidad empresarial Enidio Díaz, llave en mano Ernesto
ajustaba detalles para cuando la pieza llegara empezar el corte sin más
dilación. Y así fue.
Un
botón de muestra de lo esforzado que
puede ser este campechuelense: Ernesto se incorporó a la zafra con casi 15 días
de atraso, pero ya está en el segundo paso del millón, por ese empuje que le viene en el ADN.
Unos cuantos kilómetros más al suroeste de Granma su hermano Ramón Tamayo Martínez, como él y ya millonario lucha por mantener
esa condición y aportar toda la caña posible al ingenio Enidio Díaz Machado, el
primero de Granma en calidad de sus molidas y uno de los mejores del país.
Ambos mantienen desde hace unos 15 años una
emulación interna en la que si uno se va un poquito delante el otro lucha por sobrepasarlo y en esa competición
crecen vertiginosamente las tongas de caña de azúcar.
La red de plantas de radio del sector
azucarero con matriz en la Empres Azucarera Granma Bayamo les sirve como vía
idónea para conocer como marcha cada uno en la contienda.
En la Ubpc Vizcaíno, Lisván Tamayo Martínez
también hace proezas diarias con su cortadora KTP y se suma al trío de
triunfadores que cabalgan “a lomos” de las combinadas de corte.
Pero la familia de azucareros no termina sus acciones en cañaverales de la costa de Granma: los hermanos
por línea materna Nolberto y Juan Marín Martínez derriban cañas en Mayabeque y
desde allá en los intercambios que pueden hacer esporádicamente se comunican triunfos o pesares.
La laboriosidad les viene porque Juan el padre de los tres primeros fue
un esforzado operador de combinadas en
el antiguo centra Francisco Casto Ceruto, a la misma entrada del poblado de Campechuela,
también por su madre Juana Marín Martínez quien fuera cocinera en el pelotón Batalla de Guisa del propio
central Castro Ceruto.
Según
estos muchachones sus mayores les
inculcaron el amor por la tarea que realizan, no reparar en madrugadas frías o calurosas
y dar todos de sí para producir los dulces tallos que germinarán en granos aún más
dulces; además de estar unidos por la
sangre los están por el compromiso de
siempre quedar entre los primeros.
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