domingo, 27 de enero de 2019

Unidos por la sangre y el compromiso

Ernesto no espera por nadie

Un hecho probablemente único ocurre en predios cañeros cubanos; desde Campechuela cinco hermanos descuellan como operadores de combinadas KTP en el propio terruño y allende sus fronteras.
Una tarde cualquiera. En   la misma  guardarraya de los campos  pertenecientes a su cooperativa Marcial Jiménez  el operador de combinadas KTP Ernesto Tamayo Martínez daba un mantenimiento coyuntural a su máquina, mientras  esperaba por  la reparación  del   motor de arranque que el jefe del pelotón gestionaba en los talleres de la unidad empresarial Enidio Díaz, llave en mano Ernesto ajustaba detalles para cuando la pieza llegara empezar el corte sin más dilación. Y así fue.

Un botón de muestra de lo  esforzado que puede ser este campechuelense: Ernesto se incorporó a la zafra con casi 15 días de atraso, pero ya está en el segundo paso del millón, por ese empuje  que le viene en el ADN.
Unos cuantos kilómetros más al suroeste  de Granma  su hermano Ramón Tamayo Martínez,  como él y ya millonario lucha por mantener esa condición y aportar toda la caña posible al ingenio Enidio Díaz Machado, el primero de Granma en calidad de sus molidas y uno de los mejores del país.
Ambos mantienen desde hace unos 15 años una emulación interna en la que si uno se va un poquito delante el otro  lucha por sobrepasarlo y en esa competición crecen  vertiginosamente las tongas de caña  de azúcar.
La red de plantas de radio del sector azucarero con matriz en la Empres Azucarera Granma Bayamo les sirve como vía idónea para conocer como marcha cada uno en la contienda.
En la Ubpc Vizcaíno, Lisván Tamayo Martínez también hace proezas diarias con su cortadora KTP y se suma al trío de triunfadores que cabalgan “a lomos” de las combinadas de corte.
Pero la familia  de azucareros no termina sus acciones en  cañaverales de la costa de Granma: los hermanos por línea materna Nolberto y Juan Marín Martínez derriban cañas en Mayabeque y desde allá en los intercambios que pueden hacer esporádicamente  se comunican triunfos o pesares.
La laboriosidad les viene  porque Juan el padre de los tres primeros fue un esforzado operador  de combinadas en el antiguo centra Francisco Casto Ceruto, a la misma entrada del poblado de Campechuela, también por su madre Juana Marín Martínez quien fuera cocinera  en el pelotón Batalla de Guisa del propio central Castro Ceruto.
Según  estos muchachones sus mayores  les inculcaron el amor por la tarea que realizan, no reparar en madrugadas frías o calurosas y dar todos de sí para producir los dulces tallos que germinarán en granos aún más dulces; además de estar unidos  por la sangre los están por  el compromiso de siempre quedar entre los primeros.
 
Ramón

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