Foto tomada de Internet |
Recuerdo
de mis años infantiles a mi abuelo Prísido, o
a mi vecina Paulita -ambos ya entonces octogenarios- en sabrosas conversaciones a las
que podíamos asistir los niños como oyentes, solo como oyentes, predecir cómo
serían en los meses sucesivos los regímenes de lluvia, sequía, viento, nublados o soleados y se referían a algo
abstracto para mí que ellos llamaban cabañuelas.
Después
y ya solos mi abuelo y yo, le pregunté qué era eso que tenía un nombre tan
musical que a mí se me antojaba castañuelas con la melodía maderera que las caracteriza.
Él
me explicaba que se observaba
del clima durante los primeros 12 días
del mes de enero, que representan los 12 meses del año. Por ejemplo, si el día primero
era frío se pensaba que enero tendría bajas temperaturas. El comportamiento
del día 2 diría como sería febrero y así sucesivamente hasta llegar al día 12
que es diciembre.
Pillo, como le decíamos, explicaba que según el
método completo, cuando llegara el día 13, se volvían a contar los meses, pero
de manera inversa, es decir, el 13 correspondería al clima de diciembre hasta
llegar al 24 que sería enero.
En
ese tiempo era un método en el cual
muchos, la inmensa mayoría de la gente del campo creía y entendían que les
ayudaba a planificar siembras y cosechas.
Pero
lo del nombre me seguía martillando y mi abuelo que leía mucho, creo que era de
las pocas satisfacciones espirituales que podía permitirse, explicaba que la
palabra Cabañuelas, hacía referencia al lugar donde se celebraba
La fiesta judía de las Cabañuelas de
Toledo, en España.
Mi
abuelo añadía que comportamiento de los animales domésticos, o de corral o
salvajes e incluso insectos podía vaticinar el clima a corto plazo.
Por
ejemplo son signos de días lluviosos la
aparición de hormigas con alas. (Mi madre aseveraba: “Cuando la hormiga cría
alas perderse quiere”), orejeo de las mulas, calambres en los animales, cuando se
bañan los palomos, cuando se lava la cara el gato.
También
se referían como indicios de cambio de
tiempo: cuando el gallo canta durante el día, la tranquilidad de los animales, dolor
o picazón en cicatrices antiguas de
heridas y amputaciones en los humano…
También
eran considerados signos de próxima
lluvia: crujidos de los muebles, olor de
los sumideros, baños sanitarios tuberías, humedad en las habitaciones en las
baldosas del suelo, también si al amanecer, en época de cabañuelas, el
"pajón" de los rastrojos aparecía húmedo, cuando va hacer frío, y decían que la claridad de los fogones de
leña o carbón "chisporroteaba".
Posiblemente
ya no queden viejos que pronostiquen mediante las cabañuelas, además el
servicio de meteorología se ha hecho masivo y aunque en Cuba nunca hubo las cuatro
estaciones puramente delimitadas, sí estaban claros los confines entre fechas de frío y calor de sequía y lluvia,
pero hoy el cambio climático por la incidencia tan agresiva del hombre lo han
cambiado todo.
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