domingo, 9 de diciembre de 2018

Las cabañuelas

Foto tomada de Internet

Recuerdo de mis años infantiles a mi abuelo Prísido, o  a mi vecina Paulita -ambos ya entonces  octogenarios- en sabrosas conversaciones a las que podíamos asistir los niños como oyentes, solo como oyentes, predecir cómo serían en los meses sucesivos los regímenes de lluvia,  sequía, viento,  nublados o soleados y se referían a algo abstracto para mí que ellos llamaban cabañuelas.
Después y ya solos mi abuelo y yo, le pregunté qué era eso que tenía un nombre tan musical que a mí se me antojaba castañuelas con la  melodía maderera que las caracteriza.

Él me explicaba  que se   observaba  del clima durante los primeros 12 días del mes de enero, que representan los 12 meses del año. Por ejemplo, si el día primero era   frío se pensaba que  enero tendría bajas temperaturas. El comportamiento del día 2 diría como sería febrero y así sucesivamente hasta llegar al día 12 que es diciembre.
 Pillo, como le decíamos, explicaba que según el método completo, cuando llegara el día 13, se volvían a contar los meses, pero de manera inversa, es decir, el 13 correspondería al clima de diciembre hasta llegar al 24 que sería enero.
En ese tiempo  era un método en el cual muchos, la inmensa mayoría de la gente del campo creía y entendían que les ayudaba a planificar siembras y cosechas.
Pero lo del nombre me seguía martillando y mi abuelo que leía mucho, creo que era de las pocas satisfacciones espirituales que podía permitirse, explicaba que la palabra Cabañuelas,   hacía referencia al lugar donde se celebraba La fiesta judía  de las Cabañuelas de Toledo, en España.
Mi abuelo añadía que comportamiento de los animales domésticos, o de corral o salvajes e incluso insectos podía vaticinar  el clima a corto plazo.
Por ejemplo son signos  de días lluviosos la aparición de hormigas con alas. (Mi madre aseveraba: “Cuando la hormiga cría alas perderse quiere”), orejeo de las mulas, calambres en los animales, cuando se bañan los palomos, cuando se lava la cara el gato.
También  se referían como indicios de cambio de tiempo: cuando el gallo canta durante el día, la tranquilidad de los animales, dolor o picazón en  cicatrices antiguas de heridas y amputaciones en los humano…
También eran considerados  signos de próxima lluvia: crujidos de los muebles,  olor de los sumideros, baños sanitarios tuberías, humedad en las habitaciones en las baldosas del suelo, también si al amanecer, en época de cabañuelas, el "pajón" de los rastrojos aparecía  húmedo, cuando va hacer frío,  y decían que la claridad de los fogones de leña o carbón "chisporroteaba".
Posiblemente ya no queden viejos que pronostiquen mediante las cabañuelas, además el servicio de meteorología se ha hecho masivo  y aunque en Cuba nunca hubo las cuatro estaciones puramente delimitadas, sí estaban claros los confines entre  fechas de frío y calor de sequía y lluvia, pero hoy el cambio climático  por  la incidencia tan agresiva del hombre lo han cambiado todo.

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