Desde mis años mozos siempre escuché un slogan radial y
televisivo: “Si bebes no manejes y si manejas no bebas”, pero como nadie
experimenta por cabeza ajena, salvo el barbero, una vez hice caso omiso de esta
sabia advertencia.
Debo aclarar que ello me trajo serias consecuencias.
Éramos un grupo de jóvenes profesores que preparábamos
condiciones para que unos días después entraran los estudiantes a cumplir con
la etapa de la escuela al campo. Después de los arduos trabajos constructivos nos dedicábamos a deportes como
la pesca con arpón y anzuelo junto a la caza, lo mismo con una vieja escopetica
de cartuchos como con tirapiedras y caravanas.
Todo ello lo hacíamos capitaneados por José Collada, a
quien le decíamos Jonky, tan contradictorio que lo trataba a uno de usted y lo
podía embromar de mala manera, siempre con una sonrisa pícara bajo un copioso
bigote.
Ese mediodía a alguien se le ocurrió traer unas
botellas de aguardiente, para remojar los empolvados gaznates y cuando se
acabó, a mí se me ocurrió salir a buscar más y ahí tuve la mala suerte de
cruzarme con un caballo desbocado y claro, con los sentidos amordazados por el
alcohol no supe sortearlo.
Desperté en la parte trasera de un carro auxiliado por
dos jóvenes porque mi estado era
lamentable: una herida inmensa en la barbilla y de ahí hacia abajo, todo
remellado desde el pecho hasta los pies y la ropa y tennis (nuevos) hechos
jirones.
Por la embriaguez no pude aprovechar la anestesia y
tuvieron que suturarme a sangre fría, más que una sutura era un costurón lo que
llevaba en el mentón… el mercurocromo me lo embadurnaron con brocha gorda, tuve
que sacrificar una hermosa barba negra, afeitada casi en seco y regresé a mi
casa adolorido, al punto que no pude dormir.
Al día siguiente Jonky se apareció a verme y después de interesarse por mi estado
comentó: “Cuando lleguen los alumnos, seguramente te preguntarán: Profesor Remello,
¿Cómo se siente?
Desde entonces nos decimos así: él a mí Profesor
Remello y yo le retribuyo con “Profesor
Riga”, que esa era la marca del motorcito ruso en el que aprendí una dura
lección de vida.
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