Cuando
miro en retrospectiva desde la altura de mis 68 años y 3/8, me veo a mi mismo transitar desde mi casa hasta la escuela del
mismo nombre en la calle bayamesa Carlos
Manuel de Céspedes y verla poblada de tiendas grandes como la casa Almirall, la
Comercial Bayamesa de Lalo Veloz y otras más pequeñas, de venta al detalle como
La Onza, perteneciente a Gelasio Aguilar,(un verdadero jodedor criollo) padre
de mi compañera de trabajo Elisa a quien todos en el barrio La Ollá y fuera de
él llamamos Puchita.
Las
vendutas era otra cosa, era pequeños comercios donde se podían adquirir por
unos pocos centavos, fundamentalmente, frutas y viandas.
Recuerdo
la Venduta de Peña un descendiente de españoles, excelente comerciante, muy
bromista y simpático que tenía esto como un remedio infalible para ablandar
yucas: “Usted las pone a hervir con un clavo, si es de línea ferroviaria mejor,
y cuando este se haya ablandado a las yucas solo le faltará el mojo”.
A
veces uso la misma broma con los carretilleros o vendedores estatales cuando
trato de adquirir esas raíces comestibles, que por estas fechas son difíciles
de ablandar.
Eran
las vendutas como calmantes en barrios pobres, después algunas fueron evolucionando y comenzaron a vender
otros productos como café, cigarros, azúcar “con el consabido tres quilos de café y
dos de azúcar” que a veces solo eso podía comprar algunas familias.. también ampliaron
su
diapasón comercial y al crecer como bodegas de esas en las cuales (en una libretica escolar diminuta) el tendero
anotaba las compras para liquidar a fin de semana o de mes; a veces las cuentas
crecían más que lo que el cliente recordaba comprar y a veces por eso surgían
desavenencias.
La
ofensiva revolucionaria de 1968 intervino esos pequeños negocios y otros un
poco más grandes para dar un orden estatal al comercio.
En
esos años 50 y 60 del pasado siglo, las vendutas era, como dije, eminentemente
de productos del agro… hoy por extensión se les da el nombre a todo lo
comercialice en pequeña escala, así puede verse un puesto con piezas de bicicleta,
plomería, albañilería y otras muchas actividades afines sin olvidar su origen
con productos del agro, que hoy se venden a precio de oro.
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