Como
ya dije en una entrada anterior, hace varios meses, los apodos de mi bayamés barrio de San Juan
eran melodiosos, cómicos, pero algunas veces también punzantes, crueles e
irrespetuosos.
Entonces
olvidé dos referidos a la misma persona.
Cariñosamente
a su dueño lo llamábamos Felito quien era un tipo irascible “un berrea’ o” como
diríamos ahora; era la época en que el
norteamericano blanco Elvis Presley,
llamado el Rey del rock and roll, hizo
furor con su voz de negro sureño, su guitarra, sus jeans ajustados y un
contoneo inmoral en escena y su mota kilométrica que parecía un tupé y que
muchos jóvenes en el mundo quienes podían por su tipo de cabello le imitaron …
los cubanos no quedaron detrás aun desafiando que los tildaran de que los
había contagiado “diversionismo ideológico”.
Pues
bien nuestro amigo Felito se fabricó una mota o moña, aquello era un macizo
compacto, pero fue hace muy poco que pasé a la categoría de personas que conocían
el secreto de su peinado.
Una
tarde de finales del último abril
coincidimos Felito, Manuel, un amigo, y yo en una céntrica esquina de nuestra
añosa ciudad de Bayamo… al evocar nuestros años mozos surgió el tema de los apodos y nos confesó el
más importante: “no era fácil mantener aquello, pues debía estar una semana
entera sin lavarme el pelo, ponerme grasa
empegotada de esa que se usa para desrizar y como explica la Física, la
impenetrabilidad (de impenetrable) es la resistencia que opone un cuerpo a que
otro ocupe su lugar en el espacio .Ningún cuerpo puede ocupar al mismo tiempo
el lugar de otro. Así mismo, la impenetrabilidad es la resistencia que opone un
cuerpo a ser traspasado.
Por
tanto la mota y una mano u otro cuerpo
no podían coexistir….si alguien le tocaba la mota a Felito tenía
que desafiar sus furia que más de una
vez lo hizo irse a los puños con sus camaradas.
Por
eso surgió el doloroso norte de Moñepalo que le gritaban de modo cobarde
aprovechando multitudes y voces aflautadas… un domingo en la noche la actual
Plaza de la Revolución de Bayamo estaba abarrotada,
al entra por una de las esquinas un manotazo anónimo borró las ganas de
diversión de nuestro amigo, pero no podía
enfrentarse a toda un multitud, casi llorando de rabia regresó a s casa
y se costó a dormir mascullando amenazas.
Otro
día un compañero de clase se dio cuenta de que los espejuelos de Felito eran una copia exacta de los que usaba a la sazón el presidente venezolano Rómulo
Betancourt a quien sus enemigos apodaban la Violetera y ahí mismo surgió el
otro nombrete que combinado con el primero
hacía rabiar a nuestro querido camarada: ¡¡¡Moñepalo, Violetera!!!!
Para
que se tenga una mejor comprensión de
quien era Rómulo Betancourt es ineludible acudir a la opinión de Fidel: ” El mejor
aliado de Estados Unidos, y a la vez el más bajo y vil enemigo del pueblo, fue
el farsante y simulador Rómulo Betancourt, Presidente electo de Venezuela
cuando triunfó la Revolución en Cuba en 1959. Fue el principal cómplice de los
ataques piratas, los actos terroristas, las agresiones y el bloqueo económico a
nuestra patria.
“
Cuando a fines de enero de 1959 hablé en la Plaza del Silencio, donde se
reunieron centenares de miles de personas y mencioné por pura cortesía a
Betancourt, se produjo la colosal rechifla que conté contra el Presidente
electo. Para mí fue una verdadera lección de realismo político. Tuve luego que
visitarlo, por ser el Presidente electo de un país amigo. Encontré a un hombre
amargado y resentido. Era ya el modelo de gobierno “democrático y
representativo” que necesitaba el imperio. Colaboró todo lo que pudo con los
yankis antes de la invasión mercenaria de Girón”.
Ya
hoy Felito se ríe de sus pasadas angustias, con apretar los dientes y forzar
una sonrisa todo habría pasado, también pudo haber cambiado su tocado o
sustituir el marco de sus espejuelos.
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