Entre
las más destacadas luchadoras
revolucionarias cubanas de todos los tiempos refulge Celia Sánchez Manduley pues pocas veces se
han conjugado en una sola persona tantos valores humanos y revolucionarios.
Celia nació
un día como hoy hace 98 años, fueron pilares indiscutibles en su formación
ética y revolucionarias sus padres el
doctor Manuel Sánchez Silveira y Acacia Manduley Alsina, la madre.
El
16 de octubre de aquel año fue inscrita en el Registro Civil del juzgado
Municipal de Vicana bajo el nombre de Celia Esther de los Desamparados, los
mismos con los que sería bautizada el 22 de julio de 1922 en la parroquia de la
Purísima Concepción de Manzanillo. Su tercer nombre fue para ella un compromiso
vitalicio con todos aquellos que tenía una pena material, social o espiritual y
a ellos y a su devoción por Fidel y a la Revolución dedicó toda su existencia.
Después
del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, Celia se involucró con varias
organizaciones rebeldes. Manuel Echevarría, fundador del Movimiento 26 de Julio
le puso en contacto con Frank País y Celia quedó integrada al movimiento
dirigido por Fidel Castro.
En
el Movimiento 26 de Julio nunca ocupó cargos directivos, aunque asumió tareas
relevantes. Con su nombre de guerra, Norma, devino figura fundamental en los
días de los preparativos de la expedición del Granma y del inicio de la lucha
guerrillera en la Sierra Maestra.
Por
orientaciones del Movimiento, organizó una red de colaboradores campesinos en
las cercanías de donde debía desembarcar la expedición dirigida por Fidel
Castro que resultó fundamental para la continuidad de la lucha.
Celia echa por tierra mentiras de
Batista
En
los momentos más difíciles de la guerrilla dirigida por Fidel, en febrero de
1957 marchó al encuentro de esta en compañía de Frank País, Faustino Pérez y
otros miembros del de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio para
coordinar el apoyo desde el llano, y guiar al periodista del New York Times, Herbert Matthews a la
presencia de Fidel. Así de desmentía la propagada batistiana basada en la supuesta
muerte de Fidel. A finales de abril volvería a subir a la Sierra guiando al reportero
norteamericano Bob Taber, quien deseaba entrevistar a Fidel
El
28 de mayo, como integrante del pelotón de la Comandancia, combatió en El
Uvero. Fue la primera mujer que ocupó la posición de soldado combatiente en las
filas del Ejército Rebelde. Pocos días después de esa acción, Fidel la envió de
nuevo al llano con importantes encomiendas. Esta resultó la etapa de mayor
peligro.
Hasta
mediados de 1957 Celia había utilizado, además de Norma, los seudónimos de
Lilian, Carmen Caridad y más tarde Aly.
Sin embargo, estaba tan enraizado el seudónimo de Norma, que se le continuó llamando así en misivas
posteriores. En una carta enviada por los guerrilleros de la Sierra Maestra a
Frank País estos patentizaron el papel vital de Celia durante la guerra cuando
escribieron: “En cuanto a la Sierra, cuando se escriba la historia de esta
etapa revolucionaria, en la portada tendrán que aparecer dos nombres: David (el
propio Frank) y Norma”.
Celia
tuvo un papel destacado en la creación, el 4 de septiembre de 1958, del
batallón femenino Mariana Grajales, que operaba en la zona de La Plata, Sierra
Maestra, como apoyo a la retaguardia guerrillera.
Con
la Revolución en el poder tras el triunfo de enero de 1959 Celia asumió
importantes tareas y responsabilidades y fue participante activa de los
momentos más significativos de la Revolución Cubana, después del triunfo del 1
de enero de 1959. Fue secretaria del Consejo de Estado, diputada al Parlamento,
miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y de la Dirección
Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas.
Además de toda su labor revolucionaria durante la
Guerra de Liberación Nacional recopiló toda la documentación de la lucha en la Sierra
Maestra, posibilitando la creación de la Oficina de Asuntos Históricos del
Consejo de Estado en 1964.
Celia
falleció el 11 de enero de 1980, a la temprana edad de 60 años, su sepelio
constituyó una genuina manifestación de duelo popular hoy , la Flor más autóctona de la Revolución,
según definición de Armando Hart, continúa
viviendo en el corazón de los cubanos.
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