martes, 24 de enero de 2017

Por supuesto hoy hablaré de pelota…




Me rectifico: hablaremos de pelota pues Carmen Mazquiarán, mi mujer, y yo tejimos esta historia a cuatro manos cuando yo me sentaba a hurtadillas ante el televisor, porque tenía la superstición de que si veía el juego completo perderían.
Carmen me endulzaba para que me serenara cuando la cosa se puso difícil en este juego final y me llamaba cuando bateaban los nuestros…

Ver jugar a los Alazanes de Granma en esta temporada beisbolera ha sido una de las cosas que más he saboreado en lo que a deportes se refiere. Y verlos ganar hoy, frente a los  ex campeones Tigres avileños, en un 4 a 0 increíble aún para muchos escépticos, críticos y comentaristas deportivos, fue un regalo para todos los granmenses.
 Las calles se desbordaron de alegría y bullicio  con la muchedumbre que abarrotó el estadio mártires de Barbados que pudo arrastrar a personas de cualquier edad, sexo, raza y credo religioso.
Y me pongo a pensar en las razones que llevaron a mi Equipo (los de plantilla y los que lo reforzaron esta vez), a ese triunfo, y sobresalen los valores que fueron capaces de fortalecer y compartir durante toda la etapa.
El sentido de pertenencia no solo de los plantilla, sino de los que reforzaron: Noelvis Entenza, Frank Camilo, Yunior Paumier, Miguel Lahera, Dennis Laza…
La solidaridad, el compromiso, la integridad  fueron los  aspectos que les permitieron  obrar con rectitud y apego a nuestros principios y valores humanos. Esto propicia que se actúe de acuerdo a  los compromisos contraídos y con honestidad.
Fue ostensible la lealtad para la  camiseta  alazana, para su tierra para su pueblo y para el pasatiempo nacional.
Rigurosidad fue la fiel  expresión  de severidad, exactitud, precisión, austeridad y meticulosidad, junto a  esfuerzo, afán, empeño, dedicación, ahínco y constancia.
Modestia con su alta expresión de decoro, decencia, honestidad y sencillez.
 También la responsabilidad, un valor primordial para cumplir con las actividades y deberes asignados en cada jugada, en cada descanso, en cada decisión arbirtral  para alcanzar con éxito las metas propuestas, en este caso clasificar entre los cuatro grandes de  la pelota cubana, remontar el marcador ante Matanzas y   tener una excelente productividad, desde entonces y ante la victoria final ante el ahora subcampeón Ciego de Ávila.
La Honestidad iluminó a mi equipo en todo momento y ese fue un vital ingrediente para ese añorado triunfo
La transparencia de nuestro conjunto fomentó confianza, fidelidad y solidificó la imagen del team, que  cumplió  con lo acordado, oportuna y eficientemente.
La confianza en el triunfo fue perenne. Creyeron firmemente que triunfarían y lo hicieron, es el mejor regalo para Carlos Martí y para todo el equipo que este año cumple 40 de practicar nuestro deporte preferido.
Respeto para sí, para los árbitros y para los contrarios e incluso ante los comentaristas deportivos que no creyeron en su victoria y todavía en la final magnificaban cada jugada del equipo contrario y solo reconocían las nuestras cuando no tenían más remedio
Los Caballos derrocharon creatividad, por su juego lindo explosivo, respetuoso, colorido y alegre.
Fue en resumen  un equipo de “trabajo” con amplio criterio, dinamismo y capaz de realizar su cometido  de manera acorde a las exigencias de la organización, combinando   o asociando ideas de manera única para obtener un resultado innovador en la entrega.

Y por último desplegaron  una caballerosidad sin límites…
Todo ello los llevará merecidamente a La serie del Caribe…



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