domingo, 25 de diciembre de 2016

Mis trabajos por cuenta propia

Muchos conocen mi vida laboral desde 1970, cuando casi con la edad de mis alumnos me lancé al mundo de la enseñanza; después en 1987 me zambullí en el mundo mágico del periodismo como corrector de pruebas y allí conocí el universo nuevo de los titulares, familias de palabras,  pruebas de galera o de plana… empastelamientos y muchísimos secretos más, antes vedados para mí.
Allí, en  el periódico La Demajagua desgracié muchas camisas con la tinta de imprenta y… todavía mis codos no recobran su color natural aunque mi mujer se esfuerza en mejorarlos; de la tinta algunos solo ven   manchas y  borrones, pero yo la aspiro como un oscuro perfume de insondables secretos.

Nueve años más tarde me lancé a la aventura del reporterismo que aún  ejerzo gustoso,  siete meses después de mi jubilación.
Pero… muy pocos conocen  mis primeros trabajos como cuentapropista , ( creo que jamás nadie soñó con el auge ulterior de esta palabra) el inicial fue  a los 16 años, como ayudante de albañil en Las Mercedes y Providencia , pintorescos sitios intramontanos  de la Sierra Maestra, de la mano de mi tío Manolo un curtido y presuntuoso albañil; me pagaban por horas y con la primera “fortuna” ganada con mis propias  manos me compré un hermoso traje negro azul que aún conservara si las libras de más me lo permitieran.
No hay nada mejor que una necesidad imperiosa para lanzarlo a uno al ruedo del trabajo: en 1978 mi padre sufrió un accidente que lo dejó con una amnesia parcial e impedido de volver a trabajar  como jefe de personal de la entonces empresa provincial Cubatabaco  que tenía establecimientos en las cinco provincias orientales…
Mi hermana estudiaba en la Universidad  central de Las Villas y mi madre cosía como una loca para adelantar la casita que fabricábamos “por esfuerzo propio”, como diríamos hoy día y me dediqué, casi sin saber, a arreglar colchones apadrinado por Pepe el tío  de mi mujer, un experimentado economista… y nos fue de lo mejor.
Después, en los 80  los motivitos del precarnaval duraban un mes entero   en los meses de julio y agosto entonces, con un grupo de amigos   me dediqué a matar puercos (cerdos)  y vender   bocaditos;  eso no me dio mucho pero me permití un respiro para la construcción.
Más tarde ex compañeros míos ganaban lo suyo contratados para dar clases de primaria y secundaria  (ya era yo profesor universitario) y así impartía Español a trabajadores de la industria Sakenaf II algunas  noches por semana y algunos sábados;  los propios fines de semana lo hacía con otros obreros de una planta de Asfalto que existía en el vecino poblado de  Santa Rita con  “filiales”  en Bayamo.
Ya casi en la actualidad contratado por la radio y la televisión locales, cuando fui a buscar el papeleo para la jubilación, supe que no me aumentaría la chequera lo  ganado en esos lugares  porque eso era una forma de cuentapropismo.
Si alguien se preguntara el porqué de esta parte  de mi biografía contestaría que hay mil maneras de hacer un trabajo honrado, por eso -sin meterme- no concibo a gente joven y fuerte con el peor ejercicio que se puede hacer con los miembros superiores: cruzarlos.


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