viernes, 15 de julio de 2016

Sin pena ni gloria



José Luis acaba de jubilarse tras 46 fructíferos años de trabajo, con 29 en su más reciente centro  de trabajo y a pesar de ello y de la simpatía que siempre despertó, su salida se   produjo sin pena ni gloria.
Él no es amigo de la fanfarria y realmente no lo ha tomado a mal, pero muchos de sus amigos y  familiares tienen encontradas posiciones respecto a ese tema: “Déjalo, a ti no te hace falta”, opinan algunos, “Dónde están el Sindicato, la Administración, el Organismo Superior”, dicen otros.
“De qué valen tantos años dedicados al trabajo con puntualidad cronométrica, con seriedad rayana en el puntillismo, con el ejemplo para los más jóvenes de cómo ser asumida cualquier tarea, por difícil que resultara.

De qué vale afrontar cada una de esas tareas con el entusiasmo juvenil que siempre lo caracterizó, inclusive sobreponiéndose a la baja visión   una vez padecida y que lo obligaba a veces a usar tres pares de espejuelos juntos o de dictarles a sus compañeros más jóvenes los trabajos a  entregar. Y qué de los organismos a los cuales dedicó  tanto tiempo y esfuerzo?... inexplicablemente todos se han hecho oídos sordos.
José Luis ya no quiere ese homenaje pues faltó  espontaneidad y no podrá ser forzado, pero qué pensarán de ello los más jóvenes al ver tratados así sus mayores “¿Me tocará lo mismo cuando peine canas?”, podrían cuestionarse. Además, como decía un añoso spot televisivo: “Los niños hacen más lo que ven hacer que lo que les dicen que hagan” y por ese mismo camino “honrarán” ellos a sus sucesores.
No se trata de recursos, ni siquiera de diplomas que ya José Luis amontona, se trata de la palabra cálida y cariñosa, dicha en público, que llegue al corazón y haga contraer nuevos compromisos desde el lugar en que esté nuestro jubilado.
Solo eso habría bastado.

2 comentarios :

Anónimo dijo...

Coño compadre yo conozco a José Luis, pero no es ni será el único, eso es lo más triste!!!

Anónimo dijo...

Gracias por la alerta, amigo y colega Luis. Como estoy al seguir los pasos a ese J. Luis, me prepararé. He visto, por ejemplo, en entidades de Recursos Hidráulicos y la Contraloría, en Granma, estimulantes despedidas a trabajadores -y trabajadoras- que se jubilaron, pero conozco, también, casos de personas que aseguran que el acto de jubilación es el del primer deceso. Le sugiero a J. Luis que no asuma que vivió una vida equivocada, sino que hizo lo que entendió debía hacer en cada momento. Siempre habrá quienes lo reconozcan. Salud y larga vida.