Con beneplácito muchos
televidentes observamos a expertos y periodistas especializados abordar
con fuerza el mal
del estiércol y la orina equinos en ciertas calles bayamesas durante el más reciente programa de opinión Entre signos,
de la CNC televisora granmense.
Profesionalidad y
pensamiento objetivo no solo señalaron
ese feo lunar de nuestra ciudad y de otras de Granma y el Oriente, sino esbozaron soluciones concretas, esos son modos de oponer un frente común al
problema.
También pudimos notar la
diversidad de criterios, especialmente, entre cocheros y personas afectadas,
algunas de las cuales criticaron este problema que indudablemente puede afectar
la salud humana.
Inexplicablemente, algunos defendieron
el “derecho” de esos conductores a ensuciar las calles, casi parecían decir: “Pobrecitos, ellos no
tienen la culpa”.
Cuando comenzaba estas primeras líneas un colega como una forma de dar
cuero, me preguntaba que hasta las cuantas iba tratar este asunto, pues
los lectores estarían cansados de lo mismo.
Solo sonreí, pues además del inaplazable seguimiento del
tema pienso tratarlo mientras sea necesario, porque comencé desde hace casi una
década y si en ese momento hubo cierta solución , la cuestión renace, si no que
lo digan quienes durante estos días lluviosos debieron moverse por la ruta del mal olor y la suciedad.
Las quejas continúan
lloviendo a esta redacción, y a las de la radio y la televisión local, lo
mismo desde la avenida Frank País, del reparto Jesús Menéndez, la
calle 8 de Roberto Reyes o de toda la extensión de Línea hasta
la avenida Jimmy Hirzel.
Con las manos en la cabeza
los vecinos de allí ven convertirse al pavimento
en pasta verde que infecta lo que toca; si
es seco,
el polvo forma una nube malsana para alimentos, objetos y
personas, que apenas pueden hablar cuando sopla el viento por el temor a tragar
el tóxico.
Siempre pienso, debíamos
hacerlo todos, en los obreros de la Empresa de Servicios Comunales quienes
deben fajarse a diario con “aquello” con
peligro para su integridad.
Simplifiquemos: los
poseedores de carruajes legales generalmente velan por la limpieza, los ilegítimos van por la
izquierda y a veces les importa un pito cualquier cosa y por tanto dejan desbordar las
deposiciones.
Muchas variantes como el caso del doble saco, han
sido ensayadas, pero al parecer no han prendido.
Esos desechos causan daño a la salud humana, afean y
ensucian y en
esto debemos actuar todos de manera
particular y conjunta, esa es otra
arista del frente común, aunque algunos lo hagan de oficio como los distintos medios de Prensa, la Asociación de cocheros, Comunales, Salud
pública, los especialistas del CITMA de ahí el llamado a integrar a toda la
población, para que ese “manto”, jamás adorne
el asfalto.
Hasta hace un tiempo debajo
del puente de Los Elevados, hoy hermosamente embellecido , los inconscientes vaciaban el saco y aquello
era una verdadera ofensa al sentido común y la limpieza ... pero el problema
se mudó de sitio y fue peor, ahora prolifera.
El Decreto-ley 272 regula,
y además, sanciona a los
infractores; es la hora de utilizarlo debidamente, porque están quebrantando
elementales normas de convivencia, recordemos que la ley obliga por sí misma.
Amigo cochero, vacía el saco
antes del derrame, evadirás problemas y
los evitarás a tus conciudadanos.
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