Con
sumo placer asistí a la reapertura del restaurante La Casona, situado en el
corazón del centro histórico de Bayamo,
y no solo porque la remodelación acometida hace cerca de un año respetara
la singularidad arquitectónica del inmueble, de esa casa que conserva huellas del incendio glorioso que
prendieron los bayameses en el siglo XIX para que la ciudad no cayera en manos
de los colonialistas españolas.
El
rediseño incluyó el amplio proyecto de
recuperación del techo original, el piso, el área de cocina baños, pintura
interna y externa apuntan a preservar, a respetar lo nuestro, a parecerse a cuando
fue edificada la propiedad.
Pero
como decía, mi satisfacción no solo estriba en lo ya reseñado, sino en que fue respetado el menú
original que apunta a la más genuina cocina criolla como ocurrió cuando se
abrió este centro gastronómico hace ya varias
décadas, porque a decir verdad hubo un tiempo, a mi juicio muy largo, en que
los platos estaban basados en la cocina italiana, nada más lejos del sentido
con que inaugurado este centro; por suerte como dicen ahora “se le cambió el
flujo tecnológico”, para bien a nuestro
juicio.
Ahora
reabierto el portón inmenso, el comensal podrá disfrutar de lo sabroso en
concurrencia con la cubanía, la cultura y tradición, la espiritualidad de esta región.
¿Quién
de esta zona no se deleita con las postas de ‘macho asado” como decimos por
aquí al cerdo, o sus paticas guisadas en espesa salsa, guarnecidos con plátano hervido, yuca con mojo o un
excelente trozo de casabe precedido todo ello por el criollísimo ajiaco?
Enhorabuena
por esta rectificación valedera y queda hecha la invitación a comer en cubano
en un restaurante que fue testigo de excepcionales jalones históricos.
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