domingo, 7 de febrero de 2016

Un callejón singular



Uno de los segmentos más singulares del viejo Bayamo es el denominado Callejón de la bicicleta, hasta hace poco Prolongación de la calle 26 de Julio y que ahora la Oficina municipal de Planificación Física se empeña, inútilmente, en renombrar como Pasaje  Uno según el nuevo programa de reordenamiento urbano.
Es ideal para quienes deseen cortar camino y atravesar desde la calle Manuel  del Socorro en el Barrio San Juan para llegar a la Carretera central y de ahí adentrarse en los repartos Roberto Reyes y Jesús Menéndez o en  centros importantes que bordean esos asentamientos.

Allí, en el Callejón, reside una pequeña multitud abigarrada, pendenciera que no teme dirimir sus disputas entre ellos o hacia fuera a lenguazos o mediante algún que otro puñetazo.
Pero también celebran el día de los CDR cada 28 de Septiembre, el triunfo de la Revolución Cada primero de enero o la Virgen de las Mercedes, San Lázaro y Santa Bárbara con la misma devoción tragos de ron, baile canto y cuanto de alegría se impone en estos casos.
Son, entre ellos y con lo que vivimos cerca, excelentes camaradas y vecinos y además de la hospitalidad siempre están dispuestos a compartir lo mucho o poco que poseen.
Por eso no es asombroso verlos desde hace tres días cooperando codo a codo con los trabajadores del Acueducto para mejorar la entrada de agua a sus casas, hace tres días golpes acompasados y regulares me privaban de la leve siesta del mediodía o me impedían conciliar el sueño hasta altas horas de la noche, pero al indagar, la  respuesta me satisfizo: todos allí estaban “batidos” para que el agua, ya exigua por las casas nuevas que se han ido sumando al entorno, necesitaba nuevas y más gruesas tuberías ¡y ni uno de los habitantes quedó en sus casas! trabajando por turno o todos juntos  y bueno: desde la víspera ya acceden como Dios manda a las bondades del preciado y precioso líquido.
Y este es el sentir de estos pueblos caribeños todos para uno y uno para todos como reza el conocido lema de Los Mosqueteros;a propósito siempre inculqué a mis hijas lo  valioso que hay en esos vecinos; un día a la segunda  de mis “retoñas” una chica de la contigua escuela Luz Vázquez le reclamaba algo y no en muy buena forma; enseguida salió Nanito, amigo aunque adversario en mi infancia, y le aconsejó:”Conchi, no te dejes intimidir, que tú eres de nosotros”


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