Uno
de los segmentos más singulares del viejo Bayamo es el denominado Callejón de
la bicicleta, hasta hace poco Prolongación de la calle 26 de Julio y que ahora
la Oficina municipal de Planificación Física se empeña, inútilmente, en
renombrar como Pasaje Uno según el nuevo
programa de reordenamiento urbano.
Es
ideal para quienes deseen cortar camino y atravesar desde la calle Manuel del Socorro en el Barrio San Juan para llegar
a la Carretera central y de ahí adentrarse en los repartos Roberto Reyes y
Jesús Menéndez o en centros importantes
que bordean esos asentamientos.
Allí,
en el Callejón, reside una pequeña multitud abigarrada, pendenciera que no teme
dirimir sus disputas entre ellos o hacia fuera a lenguazos o mediante algún que
otro puñetazo.
Pero
también celebran el día de los CDR cada 28 de Septiembre, el triunfo de la
Revolución Cada primero de enero o la Virgen de las Mercedes, San Lázaro y
Santa Bárbara con la misma devoción tragos de ron, baile canto y cuanto de
alegría se impone en estos casos.
Son,
entre ellos y con lo que vivimos cerca, excelentes camaradas y vecinos y además
de la hospitalidad siempre están dispuestos a compartir lo mucho o poco que poseen.
Por
eso no es asombroso verlos desde hace tres días cooperando codo a codo con los
trabajadores del Acueducto para mejorar la entrada de agua a sus casas, hace
tres días golpes acompasados y regulares me privaban de la leve siesta del
mediodía o me impedían conciliar el sueño hasta altas horas de la noche, pero
al indagar, la respuesta me satisfizo:
todos allí estaban “batidos” para que el agua, ya exigua por las casas nuevas
que se han ido sumando al entorno, necesitaba nuevas y más gruesas tuberías ¡y
ni uno de los habitantes quedó en sus casas! trabajando por turno o todos
juntos y bueno: desde la víspera ya
acceden como Dios manda a las bondades del preciado y precioso líquido.
Y
este es el sentir de estos pueblos caribeños todos para uno y uno para todos
como reza el conocido lema de Los Mosqueteros;a propósito siempre inculqué a mis
hijas lo valioso que hay en esos vecinos;
un día a la segunda de mis “retoñas” una
chica de la contigua escuela Luz Vázquez le reclamaba algo y no en muy buena
forma; enseguida salió Nanito, amigo aunque adversario en mi infancia, y le
aconsejó:”Conchi, no te dejes intimidir,
que tú eres de nosotros”
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