domingo, 27 de diciembre de 2015

Beneficio



Lloviznaba. La dama sexagenaria   lavaba con esmero boniatos y malangas  con destino a la carretilla que ya empezaba a llenar un hombre, probablemente  su hijo, al comienzo de la jornada comercial en una de las principales arterias de Bayamo.
La iniciativa de beneficiar dichos productos agrícolas no solo nos parece loable sino también digna de ser imitada por  quienes quieran insertarse en la gestión de ventas del sector no estatal.

Y consideramos esto digno de multiplicarse porque  no solo es una forma leal de competir con otros carretilleros, sino también con puntos de venta estatales, en contraposición  con tratar de “acaballar” a la población   con precios hirientes, en su defecto, tratan de  atraerla con la belleza y /o limpieza de las ofertas.
Si, además, la demandada gama de productos agrícolas NO se acerca a los clientes, este sector emergente no está a tono con lo que  pidió el Partido  para lograr  beneficio popular de conjunto con el sector estatal
No por gusto las asambleas del organismo político en los 13 municipios y en la provincia, abordaron con ojo crítico, pero creativo, el devenir agrícola  por lo general en la producción de viandas, hortalizas, y granos y, en algunos casos específicos, en las producciones lechera, arrocera y agroazucarera.
Aunque sea cierto que las opiniones populares sean mayoritariamente quejas acerca de los carretilleros, ya algunos más despiertos que otros, comienzan a dar muestras de que pueden servir mejor al pueblo sin violar las normas establecidas.
Hoy, una multitud de ellos incurren en  la contravención de   estacionarse  junto a mercados y placitas, obstaculizando el tránsito y violando la movilidad que les confirió en su origen la propia ley.
Aunque se anuncien a viva voz, aunque se aglomeren, el pueblo va identificando a quienes le atienden mejor, sean  más complacientes,  sugieran la mejor oferta, aunque uno lleve más y por ende gaste más, pero la gente debe sentir el deseo de volver  con quien le trató bien.
Ese es el quid en toda relación humana  de lo que no escapa ni siquiera el comercio.
El amor entra por la cocina, reza un viejo refrán, pero el comercio entra por los ojos, por la vista, por el olfato, si la presentación es bella la gente se acercará, aunque sea a preguntar, si los precios son atractivos, también a comprar.

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