Muchos
desconocen (en sus diversas acepciones) u olvidan el papel de la prensa en la
sociedad cubana; en mi opinión, minimizan el hecho de que esta ha marchado junto a la Revolución desde los
primeros días de 1959 y no ha habido un solo momento, trascendental o no, en que
le haya fallado.
Los
profesionales de la pluma regulamos actuaciones de la sociedad, canalizamos el
pensamiento, la opinión; criticamos sí pero sin ánimo destructivo, lo hacemos para contribuir
a lo perfectible de nuestro proyecto social, lo cual nos diferencia de otras latitudes, donde
si bien hay reporteros así, también existe
la prensa amarillista o banal empeñada en destruir personas o instituciones o catapultar
a la fama seres o eventos que realmente no lo merecen.
Volvamos a nuestro entorno: cuando
un directivo o dirigente suelta el indeseable: “Periodista, eso no lo pongas”, está desconfiando no solo de la profesionalidad,
sino del sentido común de la gente de este sector. Cuando otro dice: “Los periodistas
están solo para describir”, muestra un desconocimiento perfecto acerca de las
formas elocutivas del idioma y causa una grave ofensa, semejante a una bofetada,
pues los periodistas, como todos, tenemos criterios, necesidades, ideas… que
deben ser respetadas por su solidez y conveniencia.
Hay
diversas formas de hacer prensa, una es la repartición por sectores o temas; cuando es de
la primera forma, muchos piensan que somos meros divulgadores de los logros de determinado centro, por eso
cuando hay cuestionamientos fuertes, nos
consideran enemigos…
Nada
más lejos de la verdad; nuestro compromiso es con el pueblo y el Partido, las relaciones
con las fuentes no son tan antagónicas como en otros países, pero recordemos que
amigo no es quien nos dice palabras agradables
al oído o en público, sino quien expone nuestras verdades, de frente, con posibles soluciones para que podamos
mejorar nuestro desempeño.
Así
es y debe ser el periodismo cubano, el sacerdocio que casi todos entendemos y que
tratamos de inculcar en las jóvenes generaciones aunque la mayor parte de ellas lo asimilaron desde antes de ingresar a las aulas
universitarias.
Por
eso no entiendo que ante un evento cualquiera se cite a los medios con una o
dos horas de antelación, lo cual, al contrario de lo esperado, mancilla la
puntualidad, por lo general proverbial, de nuestros colegas.
Si
Fidel y Raúl han dado la importancia y el valor que tiene para nuestra sociedad
el papel de la prensa, ¿cómo pueden arrogarse funcionarios o directivos
intermedios el derecho de querer dirigir qué sale o no en nuestras páginas, cuando
esto es solo privativo del director de la publicación?
Nuestras
divisas han de ser la veracidad y objetividad, dar seguimiento a un tema escabroso
para ver el resultado; los cuestionamientos, análisis y recomendaciones valoran
determinada gestión…. Ese es nuestro papel…
pero si nos equivocamos, ahí están los canales laborales o legales para dirimir el asunto.
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