Mucho elemento loable posee el programa
televisivo Sonando en Cuba. Primeramente, porque re-enamora a los más viejos de
la música popular cubana, específicamente bailable, y hace que los más jóvenes
la miren con buenos ojos, primer paso para también cortejarla y hasta amarla, superobjetivo
del proyecto.
En el horario estelar dominical se muestra
todo el andamiaje previo a las presentaciones y, a decir verdad, aunque hay, como en todos estos
certámenes, notas desafinadas, poca elegancia en escena y varios problemas,
también está su antítesis: ostensible calidad, magnífica presencia escénica y
van surgiendo nuevos valores en nuestra música bailable, improvisadores que de
seguro harán mover los pies y el corazón.
Duro han tenido
que trabajar los miembros del jurado de admisión y los del propio certamen para
llegar a los 16 finalistas de una cantera de cerca de mil aspirantes.
Pero, a pesar
de que en la presentación se alude a idea original, también hay mucha copia de
similares foráneos, al punto de hacer pensar al televidente que eso no ocurría en nuestro verde archipiélago:
las visitas a las casas de los seleccionados y las entrevistas a sus familiares,
los llantos, la presencia de los coaches… es un puro calco de similares, como
la Belleza Latina, la voz México, la voz Kids, la voz España… y/o (como dijera el personaje humorístico La Llave) multitud de
“voces” con innegables valores, pero que tienen como protagonistas al brillo y oropel,
a las vanidades que durante tantos años hemos criticado con pluma de diamante
los periodistas y directivos culturales cubanos.
Personalmente
me gustaron más Todo el mundo canta y el
programa Mi salsa, que buscaron ¡y encontraron! nuevos cantantes, baladistas, soneros…
que aún deleitan el gusto de televidentes, y público en vivo en plazas cubanas; sería injusto omitir que otros intentos igualmente
loables en su concepción fracasaron ruidosa o calladamente.
Los padrinos de
los finalistas se han lucido: José Luis Cortés, César Pedroso (Pupy),
Giraldo Piloto, Lázaro Valdés, Manolito Simonet, Adalberto Álvarez, Cándido
Fabré y Samuel Formell. También el jurado que evaluó a los aspirantes,
integrado por Jenny Valdés, Joel Domínguez, Ernesto R. Puente y el propio
Paulo. Todos representan historias vigentes en la música popular bailable y
poseen autoridad suficiente como para avalar resultados
La dirección y producción musical es de
Paulo FG, (no la idea original, pues ya lo decíamos al hacer referencia a
diversos reality shows que nos llegan de “afuera”, en paquetes, cajas o sabe Dios cuantos
soportes)… pero su gran mérito se mantiene como organizador y arreglista de los
32 temas, ya clásicos, en la música popular bailable en Cuba, que interpretan los finalistas.
El jurado pudiera ser de excelencia pero Laritza Bacallao, aunque recientemente celebró sus veinte años de vida artística, pues empezó a los ocho años, hace solo unos cinco que el público cubano la conoce a lo grande, algo similar pasa con Emilio Frías, El Niño.
El jurado pudiera ser de excelencia pero Laritza Bacallao, aunque recientemente celebró sus veinte años de vida artística, pues empezó a los ocho años, hace solo unos cinco que el público cubano la conoce a lo grande, algo similar pasa con Emilio Frías, El Niño.
El único que podría serlo por su
experiencia es Yumurí, aunque los tres hayan defendido con valentía, chispa y talento la música popular
dentro y fuera de Cuba.
Solo Moisés Valle (Yumurí), con una carrera solidísima es digno representante de la música popular cubana para personificarla como jurado en esta competición, en la humilde opinión de este comentarista; no obstante en un principio las recomendaciones que los tres aportaban a los concursantes eran bastante difusas aunque ya han ido “acerando la mira” y por lo general dan en el blanco.
Solo Moisés Valle (Yumurí), con una carrera solidísima es digno representante de la música popular cubana para personificarla como jurado en esta competición, en la humilde opinión de este comentarista; no obstante en un principio las recomendaciones que los tres aportaban a los concursantes eran bastante difusas aunque ya han ido “acerando la mira” y por lo general dan en el blanco.
En resumen, la idea es válida y si tiene
pegada, ella misma lo demostrará; la exhortación es no rendir culto a la
banalidad, reitero, tan criticada por nosotros durante tantos años, y dejar de
copiar de afuera que aquí sobra talento para hacer propuestas válidas desde nuestra idiosincrasia y nuestros
valores, sin dejar de mirar al mundo para no cometer el error de quedar aislados.
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