domingo, 13 de septiembre de 2015

Ñapas



En mis tiempos de niñez y adolescencia la ñapa  era el regalo que se  daba  a las personas al comprar algo, por lo general, un poquito más de lo mismo adquirido.

Mi  viejo, tabaquero de la fábrica Moya, era cliente de la bodega de José Almirall y cada sábado al entregarnos  la factura a domicilio, media barra   de  dulce de guayaba matrimoniado con igual cantidad de conserva de leche era el premio por ser cliente habitual, gastar y pagar  con puntualidad en aquel comercio.
Pero para los muchachos  del barrio ahí no radicaba el encanto. Aquí en Bayamo le decíamos  “contra” a la ñapa y era un gancho para grandes y chicos: nos desvivíamos por comprar en  las vendutas, donde nos daban de contra algún guineo (plátano fruta) o en  las tiendas, como decíamos a las bodegas, pues allí nos gratificaban con pasitas secas, las llamadas goticas, unas galleticas mínimas, pero gruesas y no sé si a esto es a lo que algunos viejos  llamaban “capricho caramelo”.
A diferencia de hoy, cuando  los muchachos no gustan de hacer compras minoristas o remolonean bastante para efectuarlas, nosotros en la lejana niñez, siempre teniamos el oído atento por  si había que llegarse a cualquier comercio.
La “contra”  era una competencia leal para ganar clientes y en dependencia de la envergadura del establecimiento o  de la compra, así sería su retribución.
Había quien la pedía en especies, pero los bodegueros preferían regalar golosinas, porque eso atraía a muchos chicos quienes hacían una promoción de ventas ante sus padres, cuando estos no los obligaban a ir a una tienda determinada.
Dicen algunos que  si uno no la pedía, no se la daban, pero recuerdo algunos bodegueros  de mi barrio San Juan que no necesitaban ese reclamo y si un chico olvidadizo o despistado se marchaba del comercio  le requerían para darle un poquito de algo.
Muy populares eran aquí en Bayamo unos caramelitos de azúcar prieta o cruda y envueltos en papel de  ñafé, como llamaban al de envolver; cuando uno de los chicos volvía premiado al juego de bolas, cambuca (quimbumbia) o pelota, por lo general no quería ceder parte de su tesoro porque no podía comprarse y por tanto acendraba la tacañería, al contrario de lo  sucedido cuando uno portaba una maceta de mamoncillos y cualquiera en la calle lo abordaba para saber por boca propia “si eran dulces”.
Siempre quise saber el origen de esos caramelos rústicos y hace solo dos semanas Manolo Licea, mi barbero me reveló que los fabricaba un infeliz afeminado llamado Mario Comas, quien fueea encontrado momificado (tras un supuesto asesinato) en unos terrenos en construcción, allá por la década de los 80 del pasado siglo.
 Afirma el fígaro Comas decía haber cantado en varios escenarios europeos (poseía una potente voz, pero él prefería el falsete por lo cual muchos lo apodaban Estrellita, en alusión a una de las canciones interpretadas por él) lo cierto es que nadie imagina entonces cómo regreso  aquí para dedicarse a un oficio tan modesto como fabricante de caramelos rústicos.
En muchas partes de Latinoamérica,  según El Diccionario Libre, en la red, la ñapa es muy popular y pone ejemplos de República Dominicana:
- Dame 3 libras de sal.
- Ahí tiene 3 libras y un cuarto de ñapa.  
“Te voy a comprar 2 yardas de tela, pero dame la ñapa”.
“No seas tacaño sírveme una ñapa de pastel”.
Afirma el propio Mataburros que en España el vocablo puede llegar a tener una intención peyorativa.
 Asombrosamente ñapa procede del quechua yapa que significa  'ayuda, aumento' y mire usted, amigo internauta, qué largo camino ha recorrido desde entonces; en Cuba hoy algunos  trabajadores del sector no estatal ofrecen modestas ñapas a los consumidores, las cuales,  sin duda, retoman el sentido de antaño.
De contra o ñapa les auguro que el próximo domingo estaré hablando de Blacamán, un misterio para las nuevas y viejas generaciones.




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