Durante parte de mi infancia escuché a mi madre referirse a cualquier peludo, y fundamentalmente a los pasudos, con el apelativo de Blacamán, pues me decía que en Veguitas, un poblado en la actual provincia Granma, cerca de donde naciera, había un hombre que recibía tal apodo.
Yo me hice la idea errónea que debía ser un
negro, pues en inglés eso literalmente significa hombre negro y lo supuse
por la gran cantidad de braceros antillanos del
Caribe anglófono que venían a dejar su sudor y hasta su sangre en los cañaverales.
Pero
me sacó de mi error una conversación con Nidia, una juvenil anciana de más de 70
año: “Blacamán era blanco, tenía un
circo y se erizaba el pelo como si fuera un león”, “Dicen que era espía”,
añadió Ángel su hijo y las dudas aumentaron.
Empleé a fondo los buscadores
de internet y encontré un sinnúmero de datos acerca del singular personaje.
Google
me reveló las andanzas de Blacamán
por Venezuela “Se decía que era capaz de
hipnotizar a cualquier ser viviente, especialmente a los leones, con su presencia impactante: barba rala, ojos
agudos y una melena hirsuta que dejaba pálida a la de la fiera más salvaje”.
Gabriel
García Márquez se inspiró en él para escribir Blacamán
el bueno, vendedor de milagros. Aquel
era un Blacamán en el tope de su carrera, protagonizando en Hollywood junto a
las estrellas del momento. Mucho antes, sin embargo, ya se había labrado un nombre
en Europa y América Latina. En Caracas debutó en 1926, y a eso siguió una gira gloriosa por las principales
capitales de Europa.
Tuvo
muchos imitadores e incluso un falso hijo que intentó sucederle. Llegó a tener
también su propio circo, el “Blacamán Circus” y regresó a Latinoamérica a
comienzos de los cuarenta,
Su
nombre era Aversa Blacaman y en 1949 tenía 47 años. Decía ser hijo de artistas,
madre italiana y padre hindú, y aunque nació en Calcuta, creció en Italia.
Aparentemente comenzó las artes ocultas con números de prestidigitación y
faquirismo, aunque luego se dedicara a hipnotizar animales, que era lo que más
gustaba al público.
A
pesar de las variopintas opiniones sobre su origen (algunos insisten en que era
colombiano) el cronista Oscar Yanes y el maestro Aldemaro Romero le dan la
razón al faquir. Romero, además, afirma que Blacaman era blanco.
Varios
autores señalan que el surgimiento de la Segunda Guerra Mundial opacó su
carrera y propició su bancarrota al ser señalado como enemigo por ser Italia
uno de los países del eje fascista.
Para
vivir se convirtió en mecánico y montó su casa-taller en la urbanización Bigott
de Maripérez: “Ya no tengo nada que ambicionar, tengo mi casa, vivo feliz con
mi señora, no me azotan las preocupaciones de antaño y sé lo que es un hogar”.
¡Blacamán
en Santiago de las Vegas!
En
una de sus crónicas Leonardo Gravier afirma que el faquir llegó a Santiago de las Vegas, allá por los
años 40, en plena guerra mundial. Muchos decían que era un faquir, otros que un
espía alemán y algunos llegaron a decir que era un cubano aprovechado. Nadie,
que yo sepa, pudo dar una explicación del origen de Blacamán.
“Nunca he visto una melena tan grande y abundante. Con aquella melena y la patilla tenía un aspecto leonino”, evoca .
“Nunca he visto una melena tan grande y abundante. Con aquella melena y la patilla tenía un aspecto leonino”, evoca .
El
nombre de Blacamán quedó impreso en la memoria de los santiagueros. Siempre que
había alguien de gran melena (cosa rara en mi época en Cuba), le decían
“Blacamán”.
Después de pasados algunos años de terminada la guerra mundial, se comentó en Santiago que Blacamán había sido apresado en Cuba, al descubrirse que era un espía alemán. No sé que le hicieron después de su captura.
Después de pasados algunos años de terminada la guerra mundial, se comentó en Santiago que Blacamán había sido apresado en Cuba, al descubrirse que era un espía alemán. No sé que le hicieron después de su captura.
Esta
es a grandes rasgos lo rescatado de la historia de Blacamán existente
en diversos sitios digitales, pero ya aunque proliferan los melenudos un hombre con tales características ha pasado
a la posteridad por muchos aspectos como
ese de que era enterrado vivo y era rescatado solo al
final de una corrida de toros o función circense, o salía a la superficie en escapes émulos del
Gran Houdini.
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