martes, 11 de agosto de 2015

Música, ruido, agresión


Imagen tomada de Internet
Parecerá un contrasentido, pero los edificios,  con su especie de alma gozan, sienten o padecen, casi a semejanza de los humanos.
Este comentarista ha visto edificaciones  con paredes y cimientos macizos  que al ser abandonados por sus moradores sufrieron deterioro y en casos extremos, el desplome.
 Evidentemente, ya en postcarnaval, es muy tarde para examinar un asunto estrechamente vinculado con el planteamiento anterior: los centros históricos urbanos, especialmente de Bayamo y Manzanillo mantienen inmuebles con mucho más de un siglo, por tanto si  las festividades populares se exceden en el ruido los lesionan.
Los decibeles agresivos socavan esas viejas casonas, como mismo lo hacen con sus habitantes, algunos de los cuales pueden rozar o sobrepasar el centenario de existencia y merecen, por tanto, un descanso reparador durante todo el año.

Lo mismo que esos maestros que durante más de 11 meses lucharon  con planes de clases, informes, actividades metodológicas y se esmeran en la noble, altruista y muchas veces ingrata labor de enseñar-educar.
“Necesitamos extender el sueño  aunque sea  un poquito, pero  la música es casi incesante”, opinó la profesora Isabel, con respecto a la tradicional área de La Pesca en el tramo final de la calle José Antonio Saco en Bayamo,  este año con un activo “precarnaval”.
Lo peor: los vecinos quedaron encerrados y el acceso a los comercios del final de la calle,  solo distantes unos 10 metros,  quintuplicaron su longitud al obligarlos a un  rodeo inmenso por vías aledañas, hasta que una mano piadosa o un cerebro achispado abrió la valla.
No estamos para nada en contra  de las fiestas populares; al contrario, pero no es ocioso recordar que no por gusto, las noches de la cubanía fueron trasladadas hace años a la Plaza de la Patria donde las construcciones son más modernas y, en tanto área abierta, los vecinos capean mejor melodías y resonancias.
Apuntábamos al principio que era muy tarde para este análisis, si tenemos en cuenta que el carnaval Bayamo 2015 pasó  (con mayor gloria que sus precedentes)  pero quedan, entre otras  celebraciones el 502 aniversario de la fundación de la villa el próximo 5 de noviembre.
La cuestión no es suprimir o proscribir fiestas ni cumpleaños, sino mantener una vigilancia estricta sobre los decibeles, en especial los tonos graves del  ya célebre tum- tum de los altavoces.
Ese eco monocorde a muchos desagrada, especialmente cuando la actividad central tiene por sede a las plazas de la Revolución o del Himno y se ve boicoteada, si  no existe  unidad en la programación musical y cada institución genera su parcela de ruido que en eso se convierte la música cuando llueve sobre mojado.

No hay comentarios :