domingo, 30 de agosto de 2015

La huella indeleble del primer jefe


Me complace mucho escribir mi crónica, comentario o viñeta de los domingos  a cuatro manos con Carmen Marta, mi esposa,  hoy nos referiremos a una cuestión  trascendental   en el posterior desarrollo profesional de una persona y es la huella del primer jefe y su influencia en la formación laboral.
 En nuestras frecuentes conversaciones sobre este y otros temas relacionados recordamos particularmente este asunto y como nos ha  beneficiado  siempre, porque jefes capaces nos dieron la primera bienvenida.
“Me considero una gente cumplidora -opina Carmen- capaz de renunciar a mucho de lo que me gusta para quedar bien con mi trabajo, porque esto me hace sentir que quedo bien conmigo misma. Hago responsables a mis padres y demás familiares de esta forma de actuar, pues siempre me inculcaron el cumplimiento del deber como una de las características ineludibles del ser humano íntegro. Sin embargo, no logro olvidar tampoco a mi primera jefa, mujer, madre, ama de casa, y sin embargo, cabal. Era además, la secretaria del núcleo del Partido en el centro, junto a muchas otras actividades de esas que ´caen´ a quienes como ella ocupan tan alta responsabilidad”.
En mi caso,  jamás olvidaré la férrea disciplina de mi padre quien quebrantaba mi sueño a las cinco de la mañana para que comprara un pan de piquitos de excelente calidad y bajo precio,  pero que yo odiaba, porque  no me daba cuenta de que el viejo  me estaba  enfrentando a una práctica pre profesional ante horarios y deberes.
Cuando tuve 20 años y me decidí a ser maestro popular o emergente, una experimentada cincuentona,  antes de enfrentarme al aula,  me aconsejó estudiar mucho para que los alumnos  aprendieran de alguien que sabía y  no solo  se ceñía  los programa de estudio vigentes, “si lo haces siempre tendrás el respeto de tus  discípulos y camaradas”.
Cuando comencé en firme  a impartir clases mi jefa, Juana Concepción, coincidentemente doble  tocaya de mi madre, una joven apasionada  a los deportes,  y muy seria como jefa de cátedra, me  dio tan sabios consejos y enseñanzas que devino   fue catalizador de mi disciplina laboral y como la veterana que antes aludiera me aconsejó que siempre tratara de ser el mejor.
Me felicito por haber tenido  tiempo de decir gracias a Juana, pues a  Nerina no pude darlas.
Es vital el ejemplo del primer jefe para el establecimiento de pautas en la vida laboral de los que se inician en el mundo  profesional. Esto permite dar forma a la manera de pensar de los jóvenes y a las actitudes que asumirán posteriormente.
Quienes pueden navegar en sus primeros años junto a capitanes estrictos, cargados de muchos valores y principios respecto al trabajo, y rectos en el cumplimiento de los horarios y normativas existentes, con más facilidad asumirán actitudes iguales en su vida laboral futura, convirtiéndose en trabajadores proactivos y con cualidades positivas, de mucha responsabilidad.
Ese primer jefe debería ser siempre un alto conocedor de la actividad en la que se desenvuelve, un comprometido con la tarea a cumplir, coherente entre el discurso y la acción, capaz de ser ejemplo para todos y, en especial, para los que empiezan. Lo contrario traería como resultado, además de la desmotivación, daño a los trabajadores y a la propia empresa, escuela, institución.

No hay comentarios :