domingo, 24 de mayo de 2015

El santo Romero



Frisaba yo los 30 años cuando conocí el propio 24 de marzo de 1980 la infausta noticia del asesinato político de una atrayente figura eclesiástica: Óscar Arnulfo Romero, crimen que de por sí entraña herejía y sacrilegio.
Si bien el sacerdote fue beatificado este sábado 23 de mayo pues para eso se necesita  un largo proceso, el día que le privaron de la vida  el padre Romero ya era un santo, si no que lo digan las masas de campesinos pobres y desamparados que hallaron en él un remanso de paz y justicia.
O los fieles que escuchaban en sus homilías un dramático llamado a la concordia nacional, al cese de los derramamientos de sangre entre hermanos y sobre todo por parte del ejército  salvadoreño olvidado de  ser guardián de la tranquilidad y derechos de su pueblo de los paramilitares verdugos.
En su  discurso del  11 de noviembre de 1977, monseñor Romero afirmó: «La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así la Iglesia encuentra su salvación» .
En su último sermón que evidentemente le costó la vida   monseñor Romero fue claro una vez más, la última: “En nombre de Dios, pues, y de este sagrado pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, le suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión!”.
No en balde casi un cuarto millón de personas  asistieron a la beatificación de quien fuera nombrado “La voz de los sin voz”.
Años después me lo devolvió el filme Romero, de John Sacret Young cuando fue encarnado magistralmente por Raúl Julia, con raíces en una familia  bayamesa.

Según develan varias fuentes entre ellas la Wikipedia el 24 de marzo de 1990 se dio inicio a la causa de canonización de monseñor Romero. En 1994 se presentó formalmente la solicitud para su canonización a su sucesor Arturo Rivera y Damas. A partir de ese proceso, monseñor Romero recibió el título de Siervo de Dios. El 3 de febrero de 2015 fue reconocido como mártir «por odio a la fe» por parte de la Iglesia católica, al ser aprobado por el papa Francisco el decreto de martirio correspondiente y promulgado por la Congregación para las Causas de los Santos.
Esta es una vida sencilla y a la vez grandiosa por eso En América Latina algunos se refieren a él como san Romero de América.

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