Ahora
que las relaciones de Cuba con Estados Unidos apuntan a una reanudación, tras
excluir ¡por fin! ese Gobierno a este verde caimán de la lista de países patrocinadores del
terrorismo, y que a lo mejor los viajes se
normalizan también, evoco algunas anécdotas de quienes quisieron a toda prisa
adaptarse a los haceres (no confundir con aseres) y decires de allá.
En
la época en que los acaudalados se daban un saltico de La Habana a Miami a
hacer compras más baratas que aquí en el patio y regresaban “con la misma”;
pobres y gente de clase media baja remontaban el Estrecho de La Florida en
busca de nuevos horizontes.
Después
de 1959, salvo ricachones, militares y personeros del régimen batistiano, esa
finalidad ha movido igualmente y de modo mayoritario a los viajeros.
Recuerdo
hace cinco décadas a mis profes de Secundaria Básica hablar de un cochero que
después de mes y medio en tierra del Tío Sam regresó a toda prisa a Bayamo
porque no le fue nada bien; no obstante vino con un empaque decididamente
norteño.
Un
día, al entrar a una fonda en un spanglish chapurreado y pidió
-¡A
bifteik! (beef steak), el fondista entendió bistec y, como el de res era el más
común, supuso que era ese el pedido, pero le pareció exigua la comida y volvió
a la carga.
-¿Y
pa´ acompañar?
-¡Congri
con bonia!, respondió el “americanín” sin sonrojarse.
Esta
otra viñeta la escuché de algunos de mis camaradas que regresaban de la playa
con carcajadas imposibles de ahogar.
Cierto
docente, no tan recién llegado de Estados Unidos, fue con sus alumnos a
Guardalavaca, allí se le introdujo en el short un macao (cangrejito pequeño del
litoral cubano) y él empezó una ardua tarea de convencimiento.
-¡Soltar
cangre lindo! ¡Soltar cangre lindo!, ¡Soltar cangre lindo!, pronunciando
enfático la suave R anglosajona y repitió varias veces y muy dulcemente el reclamo hasta que el
bicho le afincó la muela y no tuvo más remedio que gritar: ¡¡¡Suelta, cangrejo
e´ mierda!!!
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