Desde
el propio domingo 29 de marzo último, muchos bayameses extrañamos a Normita,
pues fue de esas personas cuya presencia irradiaba hacia diversos lugares y
personas hasta que un fatal accidente de tránsito la apagó para siempre.
“Excelente
compañera de trabajo y amiga… era tan cariñosa que cada mañana me la encontraba
en la esquina de la casa de mi mamá, y cuando llegaba al trabajo nos volvíamos
a saludar,” dice mi mujer que la conoce desde niña.
”No quiero mejor vecina” opina mi suegra y
muchas otras personas como mi cuñada Isa, habitantes de una cuadra que siempre seguirá siendo suya.
“Como
compañera de trabajo ayudaba a todos,
era alérgica a los problemas y los avizoraba para evitarlos o suprimir su
efecto, allí, en el Centro de información de Formatur, el solicitante siempre
podía encontrar el dato que buscaba, ella, Mayda y Annia eran como una familia;
al jubilarse la primera asumió la jefatura con una responsabilidad envidiable.
La
caracterizaba la alegría, cumplía años el 22 de diciembre, Día del Educador,
por eso siempre que podía, estaba
ausente a esas celebraciones, pero cuando había una fiesta podía convertirse en
el alma del convite en franco derroche de energía positiva, en fraternal
emulación con su amiga Miriam.
Creo
que nadie recuerda en ella una frase altisonante
u ofensiva, porque supo aprovechar muy bien las lecciones de Norma, la madre y
de Raulito, el padre, quienes se esforzaron por hacer de ella y su hermano Raúl
Enrique, personas de bien; ella a su vez supo hacerlo con Ailén, quien quizás la
extrañe como nadie.
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