Nuestra Constitución
ampara a todos los cubanos por igual, específicamente en su Capítulo V, artículo 40, establece: “Todos los ciudadanos gozan de
iguales derechos y están sujetos a iguales deberes”.
Pero nuestro
actuar diario a veces ¿no desmiente esa verdad contenida en la Ley fundamental
de la República? ¿En ocasiones desde un
puesto clave no lesionamos el derecho de otras personas?
¿Cuántas veces ni siquiera ejercitamos
la indispensable solidaridad humana?
Pongamos ejemplos
que ilustren las anteriores aseveraciones.
Una persona
con necesidades especiales llega a la cola de la farmacia, de la bodega o de la
carnicería o accede a un vehículo de transportación masiva (y entiéndanse por
necesidades especiales alguna grave o moderada dificultad motora, ceguera total
parcial, edad avanzada o una mujer ostensiblemente embarazada o simplemente por
su condición de dama ) ¿ necesitaremos un decreto para ceder el puesto, franquear la entrada, y todo con una sonrisa de aprobación a quien
preste el servicio o la íntima satisfacción de prestarlo nosotros mismos ¿no deberíamos
mordernos la lengua cuando demostramos descontento ante el bello gesto de dejar de
ser de uno para ser de los demás?
El más reciente
encuentro de la prensa de Granma con directivos y miembros de la Asociación Cubana
de Limitados Físico Motores (Aclifim) llamó la atención de procederes que a
veces por nuestra prisa diaria no nos detenemos a meditar y mejor aún evitar o rechazar.
Ibrahín León
Milanés presidente de la Aclifim en
Bayamo relataba que ante dificultades de ese tipo contactaba con funcionarios de
Comercio que según manifestaban tenían el mejor ánimo de ayudar, pero no había
una legislación que lo regulara y vuelvo
a una de mis anteriores interrogaciones ¿hace
falta?, ¡claro que no, se impone que ayudemos al prójimo, que prestemos nuestra
mano amiga y hermana, no solo por la beneficio que represente sino porque ello
nos enriquece como personas.
Todo lo
contario es cuando gente impostores claramente sanos con documentación de un familiar, pretenden pasar por encima de quienes
aguardan por un servicio… hace dos semanas en una farmacia de mi natal Bayamo
hube de esperar una hora con 45 minutos porque llegaban los “casos sociales” en
racimos y eso tampoco es así, incluso quienes atiendan tras el mostrador deben de tener clara la alternancia de las
personas en la cola: las que tienen necesidades reales de ser priorizadas, como
ocurre en la carnicería donde compro: allí los dependientes lo han ordenado de tal modo
que hasta los propios consumidores cuidan que se atienda primero a quienes lo
necesiten y después a los demás clientes.
Ese es solo un botón de muestra, el abanico, como las
esferas de la sociedad es sumamente amplio y las personas de bien han de
escudriñar para no discriminar de ningún modo, sino a cada paso crear espacios,
formas, procederes de donde emane la
inclusió
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