domingo, 12 de abril de 2015

Aprovechar todos los espacios para la inclusión



Nuestra Constitución ampara a todos los cubanos por igual, específicamente en su  Capítulo V, artículo  40, establece: “Todos los ciudadanos gozan de iguales derechos y están sujetos a iguales deberes”.
Pero nuestro actuar diario a veces ¿no desmiente esa verdad contenida en la Ley fundamental de la República?  ¿En ocasiones desde un puesto clave no lesionamos el derecho de otras   personas? ¿Cuántas veces ni  siquiera ejercitamos la indispensable solidaridad humana?

Pongamos ejemplos que ilustren  las anteriores  aseveraciones.
Una persona con necesidades especiales llega a la cola de la farmacia, de la bodega o de la carnicería o accede a un vehículo de transportación masiva (y entiéndanse por necesidades especiales alguna grave o moderada dificultad motora, ceguera total parcial,  edad avanzada o una mujer  ostensiblemente embarazada o simplemente por su condición de dama ) ¿ necesitaremos un decreto para  ceder el puesto, franquear  la entrada, y  todo con una sonrisa de aprobación a quien preste el servicio o la íntima satisfacción de prestarlo nosotros mismos ¿no deberíamos mordernos la lengua cuando  demostramos  descontento ante el bello gesto de dejar de ser de uno para ser de los demás?
El más reciente encuentro de la prensa de Granma con directivos y miembros de la Asociación Cubana de Limitados Físico Motores (Aclifim) llamó la atención de procederes que a veces por nuestra prisa diaria no nos detenemos a meditar y mejor aún evitar o rechazar.
Ibrahín León Milanés presidente de la Aclifim  en Bayamo relataba que ante dificultades de ese tipo contactaba con funcionarios de Comercio que según manifestaban tenían el mejor ánimo de ayudar, pero no había una legislación que  lo regulara y vuelvo a una de mis anteriores interrogaciones  ¿hace falta?, ¡claro que no, se impone que ayudemos al prójimo, que prestemos nuestra mano amiga y hermana, no solo por la beneficio que represente sino porque ello nos enriquece como personas.
Todo lo contario es cuando gente impostores claramente sanos  con documentación de un  familiar, pretenden pasar por encima de quienes aguardan por un servicio… hace dos semanas en una farmacia de mi natal Bayamo hube de esperar una hora con 45 minutos porque llegaban los “casos sociales” en racimos y eso tampoco es así, incluso quienes atiendan tras el  mostrador  deben de tener clara la alternancia de las personas en la cola: las que tienen necesidades reales de ser priorizadas, como ocurre en la carnicería donde compro: allí  los dependientes lo han ordenado de tal modo que hasta los  propios consumidores  cuidan que se atienda primero a quienes lo necesiten y después a los demás clientes.
Ese es solo un botón de muestra, el abanico, como las esferas de la sociedad es sumamente amplio y las personas de bien han de escudriñar para no discriminar de ningún modo, sino a cada paso crear espacios, formas, procederes de donde emane  la inclusió

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