domingo, 8 de marzo de 2015

La nueva cabalgadura de Atila



Mi difunto suegro Fermín Mazquiarán Baserva me lo contó, un día como hoy hace muchísimos años, y lo traigo a colación porque entonces entendí que él derrotaba un viejo concepto machista.
Cuando Isabel y él se casaron soñaron juntos una hija, cuando nació todo fue felicidad,  en el segundo embarazo la suerte no les sonrió y perdieron su segunda hija.
 Para el tercer encargo en el año 1962 pensaron en un varón y a medida que la barriga crecía Fermín anunciaba a viva voz: “Ahora vamos a tener al caballo de Atila”, frase muy en boga entonces y que denotaba fuerza, inteligencia liderazgo.
Pasaron los meses y como en ese tiempo los  exámenes ultrasónicos no revelaban el sexo del bebé pues ellos siguieron firmes en la idea de que nacería un varón.
Llegó el 15 de abril de 1963 y el doctor Fermín Fernández tocayo de mi suegro, enseñó a la esposa una hermosa niña y corrió a la sala de espera para informar a los familiares.

Mi suegro ni  corto ni perezoso exclamó sin ningún vestigio de derrota y con una sonrisa amplia:
-¡He descubierto que Atila montaba en yegua!
Y quitando todo lo negativo que pueda tener el vocablo, es más amplificando todo lo positivo como noble inteligente, capaz, la hoy mi mujer es una de las personas más inteligentes y analíticas que he conocido con un don de mando natural  que y aunque se gasta un geniecillo del cará puede ser la mujer más dulce de la tierra.
Llegue hoy a Carmen y a todas las cubanas como ella que  saben hacer valer sus derechos (en su caso sin renunciar a la vida hogareña) mi más  tierna felicitación.

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