A muchas personas le sorprende lo buen fisonomista que puede ser, y lo es, quien escribe estas líneas a tal punto de elogiar esa capacidad completando el cumplido con la posibilidad de que hubiera dado un buen policía o un conductor de ómnibus o ferrocarriles por tramos. Muy gracioso.
Sin
autosuficiencia sonrío pues una de mis hijas, Carmen Luisa la más pequeña (No es un cliché) heredó y perfeccionó esa cualidad, es mucho
mejor que el padre al punto de ponernos a desentrañar
rostros de telenovelas antiguas sobre todo brasileñas y no de los principales
sino de actores y actrices de reparto “¿Cómo
pueden?” …dice mi esposa….
Eso
puede ser efectivamente un don y a veces no olvidar nunca un rostro o buscar en
el disco duro hasta encontrar compatibilidad con nuestra base de datos puede hasta convertirse en una tortura.
El
viernes último al filo de las 11 de la noche mientras esperaba a mi hermana en
viaje desde la capital, al regresar a uno de los bancos externos de la terminal
interprovincial, vi en el sitio que ocupaba yo antes a un hombre más o menos de
mi edad y cuando le espeto a boca de jarro: ¡Miguelito! Se quedó pasmado como
si encontrara a sí mismo en medio de la calle (estoy parafraseando al poeta Tomás
Segovia) y su cara asombrada me confirmó quien era: un alumno con quien
compartí pupitres desde segundo hasta sexto grado y después hasta el primer año
de secundaria cuando emigró a “la capital de todos lo cubanos”.
Después
del estupor inicial nos pusimos al día sobre las ocupaciones actuales, de las
familias y el país… por un buen rato no fuimos canosos, calvos ni entrecanos:
desapareció cualquier eventual arruga: fuimos
simplemente niños retozones del patio de la escuela primaria
José María Izaguirre de Bayamo, evocamos a Inés la maestra palmera de tercer grado, que
lloraba cuando las avionetas bombardeaban las montañas y que nos presentó orgullosa a sus hijos recién llegados de la Sierra Maestra
en 1959… recordamos a compañeros que ya no están en el país o en el mundo de
los vivos, a las peleas infantiles o aquellas niñas cuya presencia disparaba la
timidez al mil por ciento.
No
llegó a la media hora el encuentro, pero
revivimos más de una década de hace un poco más de 50 años, yo recibí a mi
hermana y él marchó a su hotel para proseguir, al día siguiente, un seminario nacional sobre medio
ambiente.
Excelente
viaje en el tiempo.
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