domingo, 1 de marzo de 2015

De las memorias de un chef



Quizás el hecho más  significativo en la graduación del primer curso de chefs internacionales, celebrado fuera de la Habana haya sido cuando el experimentado Rafael Aguilar Rodríguez entregó  en Bayamo,el certificado correspondiente a su hijo Juan.
Seguía así la tradición familiar este anciano  que es todo lo contrario de lo que la gente imagina como un cocinero pues es muy delgado y guisa sin apenas probar, además es una verdadera  institución en el arte de conquistar audiencias por el paladar.
Incorporado al Ejército Rebelde durante la lucha contra Batista en la Sierra Maestra “fui fundador de las cocinas de Minas del Frío, allí cocinaba para la Jefatura y el resto de los oficiales.
Después de Primero de Enero de 1959 inicia su labor como cocinero en el Puesto de Mando de la Ciudad de Bayamo, ya en manos rebeldes.
“Después  me mandan para Ciudad Libertad, más tarde después fui asesor  técnico de las casas de visita de la Aviación Agrícola cuya dirección nacional radicaba en La Habana y era además responsable de  cinco cocinas  en el Oriente del país, especialmente en Bayamo y Manzanillo.
El 20 de octubre de 1966 funda junto a otros colegas la pizzería Napoli, en Bayamo, primer restaurante de comida italiana en esta región suroriental.
En 1969 comienza a prestar servicios en la casa de visita del Comandante Guillermo García y en 1972 continuó haciéndolo en la casa de visita del Comandante Juan Almeida, donde por las altas responsabilidades de estos comandantes eran recibidas numerosas delegaciones nacionales y extranjeras.
“Ambos jefes  tenían gustos sencillos, y eran muy sobrios, por ejemplo Guillermo gustaba de un caldo blando completamente desgrasado y con un gotero añadía unas goticas de aceite solo para ver el “estrellerío” que se formaba por el  ´desacuerdo´ entre  ambos líquidos, después lo bebía lentamente.
Almeida se paraba en la puerta de la cocina y me preguntaba: “Maestro, ¿cómo está el panorama?” yo sabía que se interesaba por el avance y menú de almuerzos y comidas y le contestaba invariablemente:”El panorama esta bien”, acto seguido destapaba una olla y si estaba yo salcochando boniatos, tomaba uno y lo combinaba con una lasca de queso … muchas veces eso era lo único que comía”.
Desde 1998 prestó servicios en el comedor del poder Popular municipal hasta su jubilación.
Ese es el hombre que enseñó a su hijo el amor por la creación de excelentes platos y quien le  entregó el título acreditativo como chef internacional.

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